En una oficina, donde los problemas se resuelven con sonrisas y caramelos, la directora de Recursos Humanos, conocida como «La Reina de los Dulces» cada día acude a la empresa con una caja de golosinas para su equipo. Con su varita mágica (o en este caso, un frasco lleno de golosinas), recorre los pasillos repartiendo alegría y endulzando el día de todos.
Los empleados se congregan en su despacho no solo por consultas laborales, sino también por el tesoro de caramelos que guarda en su escritorio. Cada día, es una nueva sorpresa: chocolates, gomitas, caramelos duros… En esta oficina, la moral nunca está baja, gracias a la dosis diaria de dulzura y buen humor cortesía de su querida directora. Y así, día tras día, la oficina seguía siendo un lugar donde el trabajo duro y la felicidad iban de la mano, o mejor dicho, de la mano con un puñado de golosinas.
¡Y que viva la Reina de los Dulces!