El pasado viernes un directivo se vio envuelto en un emotivo momento. Este alto ejecutivo, generalmente conocido por su imagen estoica, fue sorprendido y acabó llorando en su despacho. La razón es tan inesperada como conmovedora. El directivo recibió un regalo muy especial de parte de su secretaria. El que fue sorprendido es un apasionado seguidor del deporte, concretamente del fútbol. Desde que cumplió los 8 años no se pierde ni un partido, sea o no de su equipo favorito.
Tras unas largas vacaciones de navidad, el pasado viernes llegó a la oficina por primera vez en 2024 y se encontró con un paquete encima de su mesa. No se esperaba nada. Con la emoción de un niño de 4 años abriendo regalos de Reyes, descubrió un balón de fútbol firmado por su jugador favorito. Los gritos de emoción se escuchaban en toda la oficina.
Sin duda, esta historia se ha convertido en una fuente de inspiración, demostrando que incluso los líderes más destacados tienen momentos de vulnerabilidad y que las pasiones personales pueden trascender las fronteras de la vida profesional.