Para esta directora la Navidad es una entrañable etapa del año, pero lo malo viene cuando terminan y dan paso al año nuevo…y a sus dichosos propósitos. Harta de leer por todas las redes sociales y por cada esquina publicidad de «año nuevo, vida nueva» ha decidido no dedicarle ni un segundo a escuchar los propósitos de sus compañeros. No puede más. Convencida de la hipocresía del hábito, para ella los propósitos han de proponerse cuando verdaderamente lo sienta uno y no por obligación social.
Y es que, esta directora cree que los verdaderos cambios no se logran con la simple promesa de perder unos kilos o aprender un nuevo idioma en enero. En lugar de eso, se rumorea que prefiere observar acciones concretas y compromisos a lo largo del año.