Después de tantos años con el cigarrillo entre los dedos, nuestro amigo decidió que ya era hora de llevar una vida más sana y, dicho y hecho, tiró los paquetes a la basura y empezó la lucha contra las ganas.
Un mes después, va venciendo a la costumbre y al vicio y ahí sigue demostrando que la mente humana es más fuerte que el ansia, las ganas y el vicio.
Ahora, a seguir así para siempre y a esperar que el hambre que produce la falta de nicotina no le obligue, en breve, a dejar también de comer.