Que esta empresa de psicólogos lleva varios años pasándolo mal es algo conocido y a nadie le pilla de sorpresa. Que la marcha de sus consultores haya sido una constante en los últimos tiempos, tampoco.
Que su principal cliente, una caja de ahorros, está descontenta con el proyecto que le encargó en su día y que no esté dispuesta a pagar más por no haber sabido presupuestar debidamente el trabajo que se tenía que realizar no es óbice para que su máxima directiva amenace a sus colaboradores y empleados con el despido si no aceptan una rebaja en los salarios que están recibiendo. Eso sí, envuelto en ayudar a la empresa, por el bien de todos, para que puedan subsistir.
Esperemos que, si no cierran antes ya que están a punto, en el caso de que algún año haya beneficios, el esfuerzo ahorrativo de sus empleados se vea recompensado en forma de generoso reparto de dividendos para todos.
Los comentarios están cerrados.