La cosa está muy mal, lo suficientemente mal como para que esta conocida fundación, cuyo patronato está formado por las más altas personalidades del mundo empresarial español, y que entre sus patrocinadores cuenta con las empresas públicas y privadas más importantes del país –incluso alguna compañía rescata y alguna que otra conocida entidad deportiva-, haya dejado de recibir recursos financieros para sus acciones de beneficencia.
Ello está impidiendo que lleven a cabo proyectos dirigidos a ayudar a personas excluidas laboral y socialmente, a niños pertenecientes a entornos sociales especialmente complicados y a drogodependientes.
Si esto le sucede a fundaciones ‘privilegiadas’, qué ocurrirá con aquellas más desconocidas para el gran público.
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