Si se hubiera tratado de un particular o de una pyme, seguro que la banca no hubiera asomado la cabeza por allí. Pero al tratarse de una de las más importantes distribuidoras de automóviles del país, nuestros banqueros se han mostrado la mar de generosos.
Menos mal, porque de no ser así ya habríamos tenido un nuevo concurso de acreedores, un nuevo ERE y menos cochazos en el parque móvil nacional.
Confiamos en que el ‘rescate’ no sólo sirva para garantizar la supervivencia del empleo y de la propia empresa, sino para bajar los humos a unos cuantos directivos cuya gestión ha podido quedar en entredicho.
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