Fue en su anterior proyecto corporativo, pero sucedió. En un momento determinado este “ético” personaje necesitaba demostrar lo indemostrable, y no dudó en falsificar la firma de su socio para poder hacerlo.
Seguramente, el hecho de haber estudiado un año antes grafología ayudó a que la firma falsificada diera el pego. Eso sí, en su nuevo proyecto empresarial sólo sabe hablar de ética y de valores.
Suponemos que no serán los suyos.
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