Eso de que el capitán es el último que abandona el barco no debía sonarle demasiado a esta profesional de dudosa credibilidad, ex directora de Recursos Humanos de una quebrada compañía de telecomunicaciones. Durante la tramitación del expediente de regulación de empleo que afectaba a dicha teleco, se aseguró el cobro de su indemnización y dejó sin un duro al resto de las componentes del equipo, que tuvieron que esperar a las “migajas” del Fogasa.
Para más INRI, estas profesionales abandonadas a su suerte habían dejado un proyecto consolidado en una empresa multinacional de Recursos Humanos, con una amplia antigüedad, embelesadas por los cantos de sirena de nuestra desleal protagonista.
Según nos informan fuentes de absoluta confianza, es complicado que en su posición actual, la misma tras el conocido ERE, pueda aprender algo de ética.
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