Haciendo una analogía, es como si el cálculo de estructuras lo hicieran a la cuenta de la vieja. En este caso, una gran constructora, grandísima ella, prefiere el lápiz y el papel para evaluar a los potenciales candidatos de sus procesos de selección, desechando modernas herramientas de evaluación.
Según las malas lenguas, es una cuestión de precio, ya que dicha moderna tecnología evaluadora cuesta… el equivalente a un metro cuadrado construido en Madrid o Barcelona.
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