Es una vieja historia que, por desgracia, se repite habitualmente: alto directivo, perteneciente al consejo, que no tiene ni idea de lo que son los recursos humanos, se dedica a hacer la vida imposible al responsable del departamento quien, por supuesto, sabe bastante más que el consejero en cuestión.
Final de la historia, el experto aburrido de tanta incomprensión, de aguantar malas formas y de gastar más tiempo en peleas internas que en disfrutar creando y organizando su área de influencia, decide marcharse, previo pacto para tener una salida tan honorable como su trabajo.
Y es que la vida, en muchas empresas, no es de color de rosa. Ni siquiera, azul.
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