No sabemos quién es más culpable, si el que tira los precios o el que obliga a tirarlos, pero el mundo de la selección y evaluación de personal no es ajeno a esas prácticas tan dañinas de reducir los precios de venta a la mínima expresión. En este caso, una gran compañía de telecomunicaciones, acostumbrada a vender muy caro y a estrujar a sus proveedores, compra assessment a 150 euros.
Mientras compañías de renombre declinaban la posibilidad de entrar en el juego de este cliente “estrujador”, otra con aspiraciones internacionales –de momento sólo aspiraciones- acepta el reto de continuar desprestigiando los servicios de recursos humanos con precios ridículos: pan duro para hoy y hambre para mañana.
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