Así como nos lo cuentan. Una azafata de congresos, que trabajaba en un stand de una importante exposición profesional de recursos humanos, se acercó al stand de otro expositor y le pidió un simple elemento promocional de los que se suelen regalar en este tipo de eventos -el coste de dicho elemento suele rondar los 5 euros-. La respuesta del simpático representante de la empresa expositora fue un NO rotundo, “tú no perteneces a esta feria”, le espetó a la profesional azafata. Ella dio media vuelta y se fue con su palmo de narices al stand del que procedía.
Seguramente, lo que quería decir el simpático empleado de la multinacional de software es que la azafata no era un cliente potencial de su empresa, de esos a los que está acostumbrado a sonreír y a rendir pleitesía para que le compren su costoso producto y así poder facturar infinidad de horas de implantación y consultoría.
Tres cosas son seguras:
1 – La azafata no es potencial compradora de los productos de software que vende el simpático empleado
2 – Si alguna vez fuera potencial compradora de esos productos, nunca se los compraría a la empresa del simpático empleado, aunque este ya hubiera abandonado la compañía.
3 – El que nos puso en conocimiento de esta anécdota, indignado por el detalle, tampoco va a comprar nunca los productos del simpático empleado, por mucho que le sonrían, y este sí que es potencial comprador de sus productos.
Y es que las ferias sirven para hacer buenos negocios… y también para perderlos.
Los comentarios están cerrados.