Hablar, lo que es hablar, lo hace muy bien. Prueba de ello son los innumerables eventos en los que participa y su poder de convocatoria. Sin embargo, al igual que le sucede a un pescado fuera del agua, reconoce que pierde toda su frescura cuando se trata de plasmar sus ideas u opiniones sobre un papel.
Sin embargo, sus admiradores y seguidores no opinan lo mismo cuando leen sus libros de management, opinando que están al mismo nivel que sus discursos.
¿Será que los escribe en la sección de refrigerados de un gran almacén o que se convierte en el “hombre de hielo” cuando abre el Word?
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