Estos apelativos están relacionados con su afición a solicitar a proveedores, clientes, periódicos, revistas, amigos, enemigos y a todo el que por el camino se pueda encontrar, invitaciones gratuitas para acudir a los eventos, charlas, congresos y conferencias de pago que se organizan, intentando, no siempre con el éxito buscado, lograr entrar, como diría un castizo, “por la patilla”, en estos actos.
Lo más grave del tema no es que sea un consumado gorrón, lo verdaderamente curioso es que su empresa factura millones de euros y se vanagloria de los beneficios que consiguen y de ser un excelso conferenciante, suponemos que sin que le paguen por las charlas (aburridas, tórridas, copiadas y fusiladas) que pronuncia.
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