La cosa tiene cierta mala leche, nunca mejor dicho, ya que se trata de una empresa del sector lácteo. Parece ser que este engominado directivo tiene todas las papeletas para abandonar su puesto de trabajo en un plazo escaso de tiempo, tan escaso como la cantidad de nata que tiene la leche desnatada de esta conocida compañía.
Esperemos que pronto encuentre otra empresa en la que desarrollar sus políticas de formación y desarrollo.
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