Dados los malos momentos por los que atraviesa, y por la frase preferida entre sus empleados, "sálvese quien pueda", los propios trabajadores la han bautizado como el Titanic.
Lo grave del asunto es que son los propios directores los que, de forma pública y ostentosamente, se dedican a pregonar a los cuatro vientos que el "barco" está a punto del hundimiento definitivo.
Y es que ya se sabe, muchos barcos se convierten, por una pésima gestión, en pateras.
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