Igual que sucede con las presentaciones, las anécdotas que se podrían contar sobre esta empresa son inacabables. En lo que se refiere a recursos humanos, no les basta con el proceso normal de venta –o compra, según se mire- prolongado más o menos en el tiempo; parece que es bastante habitual que se convoque a los proveedores de servicios o productos relacionados con las personas a una presentación final de los mismos ante una especie de comité evaluador.
Y no es que la presentación en sí de un producto en un proceso de venta sea algo extraño, no, lo llamativo es que sometan a los proveedores a cuatro largas horas de examen o presentación ante ese comité evaluador, como si fuera una tesis de fin de carrera.
Esto puede deberse, según nos dicen, a tres razones: el absoluto desconocimiento de los evaluadores sobre el producto que deben comprar, la intención de querer transmitir al sufrido proveedor una imagen de empresa infranqueable o la falta de confianza de los directivos al necesitar una decisión consensuada para cerrar una compra, por poco importante que sea esta.
Lo malo es que esa rigidez y exigencia a la hora de tomar una decisión no se traduce en una calidad inigualable del personal incorporado en su plantilla, sobre todo en lo que a atención al cliente se refiere.
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