La historia es relativamente reciente. Un servicio público de salud contrata a esta empresa de tests y cuestionarios para evaluar a los cerca de 4.000 opositores a una plaza en dicho sistema sanitario.
Cuando llegó la hora de aportar los resultados, estos no cuadraban. Algo había fallado, se habían producido muchos errores. En esta delicada situación nos imaginamos a los sindicatos, por un lado, y a la administración, por otro, exigiendo explicaciones a la empresa. La respuesta fue sorprendente: se han corregido a mano los tests de todos los opositores; ni más ni menos que cuatro mil cuadernillos con marcas de lápiz por todos lados. Para volverse locos los correctores humanos.
Según nos explican, dentro del desastre la cosa podía haber sido peor. Pueden darse por satisfechos si todo queda en no volver a ser contratados para una prueba similar. Y es que las lectoras ópticas están para algo.
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