Podría ser que ya hubiera sido contactado, lo que no podemos asegurar, pero la complicada situación de desmembramiento por la que está pasando su empresa podría obligarle a “traicionar” a sus queridos jefes, algo legítimo cuando se ven las orejas al lobo y se tiene que afrontar una hipoteca.
Aunque poco ético sería cambiar de chaqueta e irse precisamente a la compañía que podría terminar de hundir el barco.
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