Los rechazos amorosos son inevitables a lo largo de la vida. Las rupturas tempranas, la falta de «feeling», las excusas rápidas para salir huyendo de citas incómodas… Pero cuando consideras que lo que sientes por la otra persona empieza a cobrar sentimientos más fuertes es más doloroso que nunca. Al menos así lo ha pensado la directora de Recursos Humanos que hoy se encaminaba a una importante cita enfundada en sus mejores galas y con mucho tiempo de antelación (algo inusual en ella) para toparse con una silla contigua vacía y un reloj en el que pasaban los minutos a una velocidad lentísima. No llegó nadie nunca.
No estaba preparada para algo así, pero está claro que la próxima vez se asegurará de que lo que sienten ambas partes es lo mismo. Además, no le importara ser pesada e insistir veinte veces de si la cita sigue en pie. Ya es hora de dejar de creer en príncipes azules, ¡que ya tenemos una edad!
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