Al ritmo de camela con ‘nunca debí enamorarme’ o de ‘los coches de choque’, este directivo está dispuesto a animar a todo su equipo. Atrás quedaron los ‘aletazos’ de después de comer, o los momentos de silencio envolvente. Este CEO se ha propuesto poner a sus empleados con los brazos en altos y utiliza este tipo de (ya declarados) himnos para subir la moral de todos ellos. No importa que sea un momento de concentración, reuniones o llamadas, este CEO no perdona el minuto de gloria de sus himnos, caiga quien caiga.
Una técnica que acaba de implantar en sus oficinas y que ya se prevé se vaya a convertir en práctica habitual. No sabemos lo que durará, pero si algo está claro es que los profesionales no podrán quitar la sonrisa de la cara, ni la música de la cabeza.
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