Que ambos (alcalde y director) son dos viciosos del noble deporte del palo y la bola, es algo conocido por muchos. Pero que, por cosas del destino, se encuentren jugando en uno de los campos más emblemáticos de Madrid, es algo que sólo pueden disfrutar los afortunados.
Lo de menos, el resultado, anque hay que decir que Almeida lo hizo muy bien.
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