Suena raro pero es real. Todo el sector se ha quedado alucinando ante esta noticia. Este director de RRHH está tan obsesionado con el COVID-19 y un posible contagio que, ni corto ni perezoso, decide meterse al mar con la mascarilla puesta. No es de extrañar que parezca una cebra cuando se la quita, como si de un sandwich se tratase: tostado por los bordes y blanquito y tierno por el centro.
La pregunta es: ¿tendrá la misma efectividad seca que mojada? Él mismo será quien lo ponga a prueba.
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