Antes siempre le llamaban, su teléfono sonaba a todas horas e incluso daba su movil personal para atender a todos aquellos interesados en hablar con él en horas extraoficiales. Era el reclamo del sector de los RRHH y ahora todo eso ha quedado en simples y añorados recuerdos.
Desesperación…con un toque incluso de melancolía. Así se puede definir su estado actual. Vagando por los pasillos de la empresa, ha pasado de ser el reclamado al que reclama, con el móvil en mano, que alguien se digne a coger sus llamadas.
¿Logrará una respuesta de alguien o será rehuído el resto de su carrera…?
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