Ni yoga, ni meditación, ni siquiera una buena siesta. Esta directora de RRHH, activa, incansable, insaciable, confiesa que lo único que le hace relajarse y desconectar de la rutina y del alto ritmo de trabajo es el spinning. Cuenta que al acabar la clase, reventada, en plenos estiramientos, su cerebro apenas puede pensar en nada más allá de la próxima bocanada de aire o el próximo latido del corozón. Cansarse para no pensar…
¡Gran estrategia!
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