Tras una larga etapa, llegó el fin de ciclo. Fin a la rutina habitual que durante once años ha plagado su día a día y su agenda, fin a muchas actividades que ya formaban parte de su vida y fin a una relación laboral con sus compañeros que, esperemos, se mantendrá muy viva en el apartado personal. Solo nos queda desearle toda la suerte del mundo en su nuevo proyecto.
¡Suerte!
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