No vive en la céntrica calle madrileña, ni su oficina se ubica en ella, pero él se ha ganado a pulso este apelativo ya que tiene por costumbre alardear de su rancio abolengo, de su noble origen y, todo ellos, siempre elegantemente vestido, impecable presencia, para destacar frente a la vulgaridad reinante en la sociedad hoy en día.
Ahora, de vestir sabe mucho, lo que ya su entorno pone en duda es que, de RRHH, sepa algo.
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