Dice que su maestro fue el genial humorista Antonio Mingote ya que se crió con él y de ahí le viene su afición por los comics y el dibujo humorístico.
Es normal verle en su despacho, reuniones, comidas e, incluso, en los juicios que defiende, pintando monos (como se dice vulgarmente)
Y es que ser un egregio e importante abogado laboralista no está reñido con tener sentido del humor.
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