Aunque ya se esté terminando la época, este presidente ha llegado a recorrerse más de la mitad de las fruterías de Madrid para encontrarlas frescas, redonditas, brillantes y jugosas.
Hasta en la oficina las enjuaga con agua fria y se las come de diez en diez.
Y por supuesto su viaje anual al Valle del Jerte, su auténtico paraíso.
¡A la rica cereza!
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