Dicen, y no les falta razón, que es el mes del año en el que todos los proyectos de consultoría se paran. Los clientes dejan todo para la vuelta de las vacaciones y la carga de trabajo es nula.
Además, con eso de las jornadas intensivas, aún se acrecienta el descenso laboral.
Y es que, además, con sólo diez meses de duro trabajo (las Navidedades y la Semana Santa no cuentan) tiene suficiente para, todos los años, superar holgadamente el exigente presupuesto que su sagaz Presidente les exige anualmente.
Los comentarios están cerrados.