No es que sea como el popular periodista deportivo del mismo nombre, especialista en anunciar fichajes que nunca se cumplen. Todo lo contrario.
Su cariñoso apelativo le viene porque siempre dice que él delante de los clientes, templa, manda, mete muñeca y se recrea en todas las suertes de la venta.
Y, como el gran torero cordobés, no tiene ningún miedo a que su valentía le pueda conllevar alguna que otra cornada.
Además, tiene otras cosas en común con el «califa» fallecido en Linares por el asta del toro de Miura, Islero.
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