No es que vaya de rojo como la escudería del caballo rampante. No es que su empresa no vaya a la velocidad adecuada, sino todo lo contrario. No es que le guste correr con su coche.
Su apelativo le viene porque, cuando le dices que hay que ir desde Madrid a Burgos, el tiempo que cree que se tarda en llegar no llega a una hora escasa.
Y es que, además, es bastante despistado.
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