RRHH Digital. Existen muchos falsos mitos sobre el rendimiento en el trabajo. No resultarían ser problemáticos si todos comprendiéramos que afectan más al rendimiento que ayudan. Una buena forma de entenderlos es repasarlos.
¿Somos multitarea como los procesadores? Diría que no. La capacidad de las personas es limitada. No podemos estar a tres cosas a la vez. Es más, creo que somos seres monotarea porque nos saturamos cuando se nos avecinan varias tareas al mismo tiempo, perdemos el foco. Es cierto que en la cabeza podemos almacenar tantas tareas como queramos, pero seamos sinceros: ¿cuántas vamos a hacer con acierto a la vez? Una sola en la que nos concentremos.
Es más, está demostrado que no todas las personas tienen la misma capacidad de organización. Soy de los que piensa que a los trabajadores hay que formarlos en una cultura de la auto-organización para que sean eficientes por sí mismos. Un empleado capaz de gestionarse los tiempos evitará que el jefe tenga que estar encima mientras que puede dedicarse a otras funciones.
Trabajar bajo presión nunca mejora los resultados. Bien es cierto que cuando vamos contrarreloj llegamos antes al final del camino, pero no es porque lo hagamos mejor, sino porque no nos queda más remedio. Ahora, debo reconocer que ciertas personas están entrenadas para aguantar la presión mejor que otras, lo que no quiere decir que su trabajo en estas condiciones sea mejor que teniendo el tiempo suficiente y con una adecuada planificación.
Trabajando muchas horas se termina antes. Error. El mejor ejemplo viene con la llegada del verano y la activación de la jornada intensiva en algunas empresas. Las horas de trabajo se compactan más, no incluyen la gran pausa de la comida, y los empleados tienden a organizarse mejor. Lo sé por experiencia. Pero compactar la jornada laboral no es extenderla por encima de las 8 horas con extras diarios.
Desde mi punto de vista, resulta improcedente que los trabajadores tengan que permanecer en el trabajo más de lo necesario por varias razones. La más clara, porque con el paso del tiempo se terminan quemando, decae el rendimiento y hasta se puede producir la peligrosa fuga de talentos por desmotivación con la empresa. De la comodidad a la insatisfacción hay un mínimo paso cuando hablamos de relaciones profesionales.
Puede que las jornadas de trabajo intensísimas ayuden a cumplir con los plazos de entrega, pero cuando llegamos al punto de varias entregas seguidas con prisas y sin descansos para relajar la mente profesional, el trabajador terminará cansándose y saliendo por la puerta. Uno de los mayores retos en la gestión de personal es crear el equilibrio necesario para que nuestro equipo se sienta no solo integrado, sino que dure en el tiempo manteniéndose alta su motivación.
A fin de cuentas, un grupo profesional unido, formado continuamente y cómodo con el trabajo termina siendo muy rentable a medio-largo plazo. La experiencia me dice que cumplir este objetivo es complicado, pero también me brinda estos consejos para conseguirlo.
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