La discriminación laboral de los transexuales no tiene límites en el escalafón de las empresas. A las denuncias ya presentadas por algunos empleados marginados después de cambiar de sexo se suma ahora la de Sarah Schulze, que fue despedida por una multinacional alemana cuando todavía era Matthias Schulze y ocupaba un puesto directivo en las oficinas de Barcelona. La reacción inmediata de la compañía fue degradar a Schulze de sus funciones de jefe de departamento para evitar que se relacionara con los clientes.
El pasado mayo, Matthias solicitó a la dirección de la compañía, la empresa de certificación industrial TUV Rheinland, que comunicara a toda la plantilla que había iniciado el proceso de cambio de sexo y que, desde entonces, pasaba a llamarse Sarah. Los responsables de la filial española del grupo alemán se negaron y la sustituyeron por un compañero al frente del departamento de certificación de productos y calidad, en el que tenía a tres empleados a su cargo.
EXCUSAS DE LA EMPRESA
Schulze, ingeniera industrial, llevaba más de un año trabajando en ese puesto directivo y no había tenido ningún conflicto interno, según el relato que hizo ayer la afectada. Pero después de cuatro meses apartada del cargo, la compañía le comunicó el despido fulminante alegando una larga lista de calamidades: maltrato a los trabajadores, problemas en el trato con los clientes, haber descuidado la formación del personal a su cargo y un descenso de la facturación de su departamento.
La respuesta de la afectada fue acudir al sindicato UGT para presentar una denuncia contra la multinacional por «discriminación trans-fóbica». Alegaba que, pese a convertirse en mujer, tenía la misma formación y aptitudes para desempeñar el cargo.
Finalmente, el lunes, un día antes de empezar el juicio, Schulze aceptó la oferta de 22.000 euros de indemnización de la compañía, que supera la cantidad correspondiente a los 45 días de sueldo por año de servicio del despido improcedente. Pese a la compensación, considera que sufrió un daño moral por la marginación y la pérdida del empleo en pleno proceso de cambio de identidad. «Quiero animar a las personas que estén en una situación como la que viví yo a denunciarlo», dijo ayer.
Un portavoz de TUV Rheinland se limitó a asegurar que no realizaba comentarios sobre un «asunto privado entre un trabajador y la empresa». La compañía tiene en España, entre otros servicios, 18 estaciones de inspección técnica de vehículos (ITV) en Madrid, Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra y Murcia.
Carme Simarro, responsable de igualdad de UGT, destacó el incremento de denuncias por discriminación de transexuales, que «puede afectar a cualquier trabajador, incluso a un directivo», por un problema «puramente cultural debido a que se juzga a las personas por su aspecto y no por el trabajo que realizan».
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