El principal desafío de cara a la integración del género en la PRL ha sido la invisibilidad del problema, sin datos, estadísticas, análisis o estudios, de las diferencias, de los riesgos, y por tanto, la ausencia de políticas y planificaciones preventivas adecuadas. Es parte de la invisibilidad de la mujer que deriva en falta de sensibilidad y de preocupación real.
Las evaluaciones de riesgos laborales tradicionalmente han adoptado un enfoque genérico, que no siempre considera las diferencias biológicas, sociales y culturales entre hombres y mujeres. Además, la falta de datos desagregados por género impide identificar y analizar de manera precisa los riesgos específicos que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral. Todo ello deriva en que, a menudo, las estadísticas no reflejen la realidad. Para conocer más sobre este tema, RRHHDigital entrevista a Natalia Fernández, Subdirectora General de prevención, calidad y comunicación de Fraternidad-Muprespa.
«Es necesario implantar una ergonomía adaptada a necesidades físicas, biomecánicas y antropométricas diferentes, ya que suele estar dificultada por el androcentrismo en los modelos. De igual manera, al medir la exposición a riesgos químicos se han subestimado los riesgos específicos para ellas, dado que los valores de referencia históricamente se han diseñado en base a la población masculina promedio», explica Natalia Fernández.
Las tecnologías digitales han impulsado el teletrabajo, lo que ofrece ventajas como la flexibilidad horaria, pero también genera desafíos específicos para las mujeres, que enfrentan una doble carga laboral al combinar las demandas del trabajo remoto con las responsabilidades domésticas y de cuidado, lo que incrementa los riesgos psicosociales como el tecnoestrés, la ansiedad y el síndrome de burnout y compromete la conciliación.
Para abordar estos desafíos, es esencial que las estrategias de digitalización incluyan también una perspectiva de género, garantizando igualdad de oportunidades, formación inclusiva, y medidas preventivas específicas para minimizar los riesgos emergentes.
La Encuesta Nacional de Salud en España indica que los riesgos psicosociales tienen mayor incidencia entre mujeres. La incidencia de accidentes in itinere es 1,4 veces superior en mujeres que en hombres, según el análisis de la perspectiva de género en la salud laboral de UGT. Entre las posibles causas está conducir con mayor estrés, lo que implica una falta de atención plena en la conducción, algo en lo que se incide en los talleres de Fraternidad Muprespa en realidad virtual de seguridad vial laboral para empresas.
La incidencia del infarto o del ictus es mucho mayor en mujeres que en hombres (60% vs 40%), y si hablamos de enfermedades profesionales, las mujeres permanecen 20 días más de baja que los hombres.
Durante la charla, la entrevistada explica que aunque la tendencia va cambiando, hay sectores en los cuales los trabajos tienen “cara de mujer”: sanidad, educación, trabajo asistencial y sector servicios concitan el 86% de los accidentes laborales con baja entre mujeres.
En industrias como la textil, alimentaria y de ensamblaje, donde predominan las mujeres, las condiciones de trabajo suelen implicar riesgos de movimientos repetitivos, jornadas largas y exposición a productos químicos donde no se han estudiado valores límites con patrones femeninos.
«En los cursos y talleres de nuestro Campus Prevención se destacan casos de éxito y buenas prácticas para fomentar entornos donde se valoran las competencias y habilidades sin importar el género, ayudando a las empresas mutualistas a fomentar un diálogo abierto y constante sobre equidad e igualdad.
La igualdad en el entorno laboral no es solo una cuestión ética, sino un factor clave para el éxito empresarial, ya que empresas inclusivas tienden a ser más sanas, innovadoras, productivas y sostenibles en el tiempo», explica Fernández.