Es conocida la afición de los americanos por las películas de zombis, y yo últimamente veo muchas empresas y profesionales que se han apuntado al casting de una película de miedo de serie B. El síndrome de Frankenstein se refiere al temor de que las mismas fuerzas utilizadas para controlar la naturaleza se vuelvan contra nosotros, en relación a la empresa actual se refiere a que las fuerzas del control, la optimización y la desvinculación de personas se vuelven contra el crecimiento de las empresas.
El directivo desconfiado y campeón de la tijera del recorte no puede ser el mismo que ilusione en la recuperación. Como consultor me hacen siempre la siguiente pregunta: ¿Cómo reanimamos a los empleados para que vuelvan a confiar y así apoyar la recuperación? Yo siempre les contesto que se empieza cambiando la actitud. No podemos tener profesionales animados con jefes zombis. La regeneración necesita de un modelo diferente de profesional, hay que pensar en crecer, en generar proyectos comunes de futuro ¿Hasta cuándo la visión economicista de las personas? Para fructificar una verdadera recuperación necesitamos la ilusión de un nuevo Renacimiento.
Del hombre encerrado en los números al hombre que crea mayores números. No hay que pensar en planes sociales sino en retos de aprendizaje. Tenemos que hacer películas de aventuras y olvidarnos de las tétricas muecas de los zombis ¿Pero cómo remotivamos al personal? Se me ocurren una serie de medidas higiénicas de cambio de actitud y teniendo en cuenta que viene la primavera sería un buen momento para abrir las ventanas y puertas a la regeneración ¿Cómo dejar de ser un profesional zombi? Pues ahí van seis consejos de puro sentido común:
1. Quemar ideas habituales y crear nuevas palabras. Invitar a una fiesta donde pongamos en papelitos palabras que nos han seguido en nuestra crisis, como: ERE, empleabilidad, indemnización, etc. y las quememos como si fuesen las “Fallas”. Lo primero que hay que hacer para cambiar un discurso es cambiar las palabras. Debemos festejar la vuelta de palabras como: selección, formación, desarrollo, etc. Y sería bueno crear nuevas palabras para una nueva época: confianza, engagement, experiencia empleado, etc.
2. Regeneración emocional. No se puede cambiar de ser un zombi a un humano sin cambiar las emociones. Lo emocional es el primer eslabón de tu cambio personal. Hay que llorar por la nueva primavera. Hay que flotar por las nuevas oportunidades y, ante todo, hay que saltar por los nuevos proyectos. Ponerse las pilas emocionales en superar los duelos laborales y empresariales anteriores. No hay una cosa mejor del pasado que pasado está. Y que gran momento histórico vivimos y tenemos mucho futuro que conquistar.
3. Confiar como principio. No podemos seguir desconfiando de todo y de todos. El futuro se base en la confianza en nuevas personas, nuevos paradigmas e incluso volver a confiar en antiguos negocios y personas. No se puede empezar una nueva era con las cejas hundiéndose por la desconfianza y con la mirada torva que se nos ha quedado después de siete años de crisis. Siete años que hemos vivido peligrosamente y que nos ha posibilitado un gran futuro a confiar.
4. Volver a comprometerse. Lo peor que puede tener nuestra época de empleados zombis es que no queramos volver a comprometernos. El compromiso es la base de la sociedad y, por tanto, no podemos establecer el futuro sólo desde la estrechez de las relaciones laborales. Debemos creer de nuevo en la empresa y en la probabilidad de crecer con ellas como profesionales y personas. Hay que airear los falsos compromisos y crear nuevas formas de ser en tu empresa y en tu profesión.
5. Crear nuevos equipos. La regeneración necesita de nuevos equipos o por lo menos de equipos antiguos que se crean nuevos equipos. No podemos operar con la lógica del recorte y la optimización, para crear nuevos equipos. Las empresas necesitan de retos, de espacios de creación y de tiempos de convivencia. No se ahorra generando impresiones cutres para crear equipos. Un fin de semana en común para crear futuro no es una pérdida de tiempo sino una ganancia de seguridad en nuestro propio equipo. Sin un nuevo equipo con camisetas históricas pero con renovado proyecto no podemos conseguir la microrecuperación, que es la importante.
6. Una nueva forma de ser líder. Esta agotadora crisis nos ha impedido ver que está cambiando el concepto de líder. El futuro está configurado por equipos virtuales y diversos, por tanto, necesitamos un líder con mayor poder empático. Tenemos que ser un directivo diferente donde no vendamos lo que no podemos vender, donde la humildad sea una aproximación habitual, que la honestidad se desprenda con el ejemplo y que volvamos a creer que la humanidad es la base de la dirección. El líder 3H (Honesto, humilde y humano) surge como el mejor paradigma para crear el nuevo caldo de cultivo de la confianza. No volvamos a caer en esotéricos mensajes sobre el talento, las competencias o el coach líder etc. que son superfluos eslóganes para ocultar al verdadero concepto, que no es otro que el de las personas. Un líder que las personas sean un fin y nunca un medio o un recurso humano.
En fin, como se utiliza el fuego en el Mediterráneo quememos los viejos usos de las empresas y profesionales zombis. Y cual inmensa primavera volvamos a eclosionar la confianza, el compromiso en las empresas creando nuevos equipos con un líder emocionalmente más cercano. Como Frankenstein hay que renacer de lo inerte pero no podemos ser prisioneros de lo anterior. Me niego a pensar que no somos capaces de cambiar nuestra actitud para conseguir tener una verdadera recuperación. Para acabar con quién mejor que con Leonardo Da Vinci que tanto nos enseñó sobre el cambio en aquella época mágica que fue el Renacimiento. Hay tres píldoras leonardinas que me gustaría compartir porque nos invitan a pensar en este cambio en tres direcciones:
1. “Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz”. No hace falta predicar en la necesidad de cambiar la actitud para recuperarse. La lógica de la razón siempre es una emoción.
2. “Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podremos saber dónde van”. Hay que volver a hablar de confianza, de compromiso y de liderazgo auténtico porque no se trata sólo de hacer, sino tras hacer hay que saber porque se hace.
3. “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte”. El dulce sueño de querer cambiar sólo es reparador si realmente se cambia.
A las empresas ó se las mata ó se la vivifica pero no se le puede dejar en ser zombis. Pervivir como una empresa Frankenstein que tiene plantillas escasas, resguardadas tras la nómina, aguantando el temporal sin las ganas de ser más, de crecer e incluso de fracasar pero luchando, es lo que necesitamos para la recuperación. Más allá de criterios estrechos de supervivencia ha llegado el momento de arriesgarse a salir del cascarón, queramos ser más porque ser menos simplemente nos lleva a mantenernos en ser menor.
Luego, rompamos el síndrome Frankenstein y nos esperemos que alguien de fuera nos encuentre nuestra recuperación. El principio de la regeneración está en nuestra actitud hacia el cambio, e igual que la primavera renueva la naturaleza nosotros debemos hacer brotar la ilusión, la confianza y el compromiso en nuestro maravilloso presente. Y como siempre nos quedarás el gran gurú del cambio, que no es otro que Groucho Marx cuando nos decía: “¿A quién va usted a creer a mí o a sus propios ojos?”. Por favor, dejar de ser zombis y ver con vuestros propios ojos la recuperación y no lo que diga Guindos. Yo por si acaso me acabo de cambiar de gafas y … de mirada.
@canteraleonardo
1 comentario en «El síndrome de Frankenstein»
Javier, como siempre tan certero.
Total mente de acuerdo.
Un abrazo
EGR
Los comentarios están cerrados.