No cabe duda de que la creciente internacionalización es uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las empresas españolas y que, la Dirección de Recursos Humanos, tiene un papel crítico en el éxito de la empresa, facilitando la adaptación al entorno.
Pues bien, como expertos en movilidad internacional de trabajadores, desde Employee Mobility Solutions (EMS) hemos percibido que, la formación de empleados cuando se movilizan a su nueva asignación resulta cada vez más notoria. El cuidado de los múltiples aspectos que ésta conlleva condicionará el rendimiento del empleado en su nuevo lugar de trabajo, así como integración efectiva su familia.
Y es que, cuando un empleado movilizado recibe una adecuada formación intercultural, esto se traduce para la empresa como una mayor productividad laboral, así como la reducción de costes por asignaciones fallidas por falta de adaptación.
Sin embargo, vemos cómo la formación intercultural en los procesos de expatriación continúa siendo para las empresas que movilizan a sus empleados una asignatura pendiente. Los datos de nuestro último estudio “Gestión Internacional del Capital Humano en las Empresas Españolas” indican que el 36% de retornos anticipados de las multinacionales españolas se debe a problemas de adaptación del expatriado a su destino. De hecho, este estudio nos revela que la formación intercultural es el segundo motivo más importante después del regreso por necesidades de la empresa.
Una empresa puede desarrollar políticas corporativas aplicables en diferentes países, pero es vital que sus empleados movilizados se adapten al destino asignado, tanto a su entorno de negocios como al mercado laboral y sociocultural. De lo contrario, no sólo la expatriación puede fracasar, sino que existe también el peligro de que el empleado no desee volver a asumir otra asignación. Por todo lo anterior, y por el coste que representa para la empresa un proceso de movilidad, creemos necesaria la formación cultural específica para el país de destino.
Pero no sólo se trata de una formación que acerque a las particularidades de la nueva cultura para favorecer la adaptación del expatriado a su nuevo entorno y la fluidez de las relaciones profesionales. Un buen programa de formación intercultural, además, faculta a los empleados movilizados a desarrollar estrategias y métodos de actuación para mejorar las relaciones comerciales y de todo tipo en el trabajo. Asimismo, es necesaria para integrar a todo el grupo familiar movilizado, orientarles en su nueva vida y contribuir a que se convierta en una experiencia enriquecedora y significativa.
Muchas empresas españolas, que tradicionalmente han expatriado a países de Latinoamérica a sus empleados, por semejanzas idiomáticas y culturales no han creído necesaria realizar una formación intercultural. Sin embargo, no debería confundirse el hablar el mismo idioma con la uniformidad de usos y costumbres, que difieren mucho a las españolas.
Sabemos que hay empleados españoles que en destinos latinoamericanos han llegado a sentirse igualmente perdidos hasta para pedir un café. Pero esto no es lo más preocupante. Nos hemos encontrado casos en áreas latinas, como puede ser en destinos tan habituales como Miami, que el comportamiento gestual de los empleados o la costumbre de tocar en al hombro, dar dos besos y demás, tan habitual en España, en EE.UU. y Latinoamérica puede llegar a considerarse hasta acoso sexual.
Es por eso que, una correcta preparación intercultural es necesaria para conocer los códigos culturales que nos faciliten la vida, en general, así como para no caer en situaciones comprometidas o tan extremas como esta. Son situaciones reales que hemos visto que han experimentado algunos empleados movilizados y que deberían evitarse.
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