24 de diciembre de 2024

2014: La fuerza de gestionar bien las expectativas

No sé si es por causalidad o por casualidad pero la pregunta repetitiva cual mantra en este fin de año es ¿Y que va pasar en el 2014?

Cuando se repite un hecho, a los psicólogos nos surge el instinto detectivesco de la conducta humana y empezamos a reflexionar. Porque en este año he apreciado un incremento de esta pregunta típica de fin de año y una universalización de la misma, desde la peluquería al típico foro de internet Valley o desde la cola de un concierto de Año Nuevo a una cena de empresarios. Por mi naturaleza optimista di diversas contestaciones positivas que armé quizás apelando al nefasto 2013, a que lo peor ya ha pasado y a otra multitud de pensamientos políticamente correctos. Pero luego empecé a pensar donde está la clave de este maravilloso 2014, y surgió como análisis empírico la necesidad de gestionar adecuadamente las expectativas. Las expectativas son fundamentales tanto para la motivación como se desprende de las teorías de las expectativas racionales de Victor H. Vroom en psicología del trabajo como en la técnica de las expectativas.

En fin, que el 2014 será un buen año si sabemos gestionar las expectativa. Mi optimismo inteligente me lleva a apreciar la poca inteligencia de generar muchas expectativas a un año de famélico entorno, pero a su vez, debemos tener ilusión para afrontar con dinamismo y determinación estas cutres condiciones. Esta paradoja humana de equilibrar las expectativas, ya que no debemos pasarnos pero tampoco podemos tener pocas expectativas, aquí esta es la verdadera clave del éxito en 2014.

Siempre recuerdo aquel pasaje de “La venganza de Don Mendo” de Pedro Muñoz Seca sobre el juego de las siete y media que me recuerda a las expectativas cuando dice Don Mendo: “Es un juego vil que no hay que jugarle a ciegas pues juegas cien veces, mil … y de las mil, ves febril que o te pasas o no llegas y el no llegar da dolor, pues indica que mal tasas y eres del otro deudor. Más ¡ay de ti si te pasas!, ¡si te pasas es peor!” Las escasas expectativas te hacen no hacer grande el 2014, pero es peor tener grandes expectativas pues puedes conseguir una alta desmotivación. Como apreciar las expectativas necesarias para hacer exitoso este 2014 sin caer en aventuras de fácil optimismo. No hay nada peor para un optimista que otro optimista más extremo. Lo racional no puede desprenderse del optimismo porque si no caemos en creencias que simplemente pueden ser falsas expectativas.

Siguiendo las teorías psicológicas de Victor H. Vroom y las economistas de Robert Lucas he planteado cinco valores para hacer adecuadas las expectativas del 2014 y, por tanto, facilitar por nuestra actitud la consecución de mejores resultados:

1.    Ruido blanco. Este concepto de la economía me encanta, se refiere a que los errores de predicción son aleatorios y nuestras predicciones no son sistemáticamente erróneas. El error va a suceder en el 2014, por el nivel de incertidumbre y de vaguedad del mercado. Pero sabiendo que es aleatorio, voy a dejar de pensar en la culpabilidad de mi error. Lo mejor que tiene un error es que puedo aprender rápidamente de él. Debo pensar que en el 2014 vamos a tener errores, pero también que vamos a reaccionar rápidamente para encontrar su solución. Decía Nietzsche:”¿Qué es ser bueno? Ser valiente es bueno”. La calidad del trabajo no está en no cometer errores sino en tener la valentía de solucionarlo rápidamente y sacándole el aprendizaje necesario. El error debe estar metido en mis expectativas porque si no, no soy valiente en mi trabajo y por tanto, no voy a ser bueno en un mundo impredecible como el actual. Ya lo decía Séneca: “No nos podemos atrever a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. El error será inevitable, aleatorio y ante todo, un gran maestro en el 2014.

2.    Valencia. Este concepto psicológico es muy adecuado para explicar cómo funcionan las expectativas. Las personas están motivadas a hacer cosas para alcanzar una meta siempre que creemos en el valor de esa meta. Unas expectativas adecuadas consisten en pensar una valencia adecuada a nuestras metas. Pensar en el 2014 en ecuaciones tradicionales de esfuerzo que consiguen rendimiento y rendimientos que alcanzan metas, es caer en un visión lineal y absurda. En este nuevo año habrá mini esfuerzos que consigan maxi rendimientos y habitualmente, maxi esfuerzo que generen mini rendimiento. Estamos en un cambio de paradigma de trabajo, no sabemos dónde está el éxito de nuestro trabajo. En épocas pretéritas sabíamos que a más trabajo más rendimiento, luego más ganancias. Hoy día, sólo sabemos que hay que hacer muchos esfuerzos polivalentes, polifuncionales y polidireccionales. Es decir, tocar muchas teclas para producir una melodía que pueda escucharse mínimamente. La valencia de nuestra meta en el 2014 debe ser moderada por el desconocimiento racional pero, ante todo, por no depender sólo de nuestro trabajo.

3.    Motivación al logro. David Mc Clelland definió tres tipos de motivación fundamentales: motivación al logro (sentirse realizado), motivación al poder y autoridad (tener estatus y prestigio) y motivación a la asociación o afiliación (sentirse querido por la gente). El equilibrio entre tres motivaciones nos posibilita unas expectativas inéditas en el 2014. Lo importante no es sólo el logro ni el poder sino también la afiliación en un año tan distinto para predecir. Si ponemos todo el foco en el logro tendríamos muchas trabas para conseguir los resultados en el 2014. La afiliación y el prestigio son dos grandes tasadores del éxito en el 2014. Ampliar las motivaciones para este nuevo año es asegurar que nuestras expectativas sean más amplias que la pura consecución del logro. Y ya no digamos, si consideramos sólo el concepto logro como resultado económico, pues os aseguro que nadie puede saber que metas económicas podemos conseguir en un mercado con tendencia a ser impredictible por ser diferente y global.

4.    Relación recompensas y metas personales. En los temas de las expectativas de V. Vroom establecía las tres relaciones para conseguir que las expectativas fuesen básicas en una motivación individual. Se refiere a la relación del esfuerzo en el desempeño (posibilidad si hago A consigo B), la relación del desempeño con la recompensa (si consigo B logro estos beneficios) y, por último, la relación de las recompensas y las metas personales (si obtengo estos beneficios consigo lo que es importante para mí). Este círculo vicioso de  motivación tiene un gran problema en el 2014 porque:
a.    No sabemos cuánto esfuerzo habrá que hacer para conseguir el mismo rendimiento que hemos conseguido en anteriores ocasiones.
b.    No sabemos si nos recompensará igualmente el esfuerzo.
c.    Y fundamentalmente, no sabemos si nuestras metas personales se consigue medir solo por el desempeño personal.
En definitiva, que este círculo debe cambiar de orden por higiene mental. Cifrar nuestras metas personales no en conseguir algo sino en ser alguien. Pues la lógica nos lleva a pensar que debemos valorar el esfuerzo no sólo como un medio sino más bien como un fin. Fin necesario para ser independiente de los resultados que consigamos. Tenemos que confiar que las metas personales están siendo trabajadas desde el primer momento y no como consecuencia de los resultados de nuestro trabajo. O como decía Picasso: “Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista es un hombre que vende lo que pinta”. Nuestras metas personales no dependen solo de nuestro trabajo personal sino de la convicción de ser y hacer lo que deseo hacer.

5.    Y por último la instrumentalidad debe tener diferente rango. En estas teorías se llama instrumentalidad al juicio que realiza la persona de que una vez realizado el trabajo, la organización y/o el mercado lo valoré y reciba su recompensa. Y este juicio no puede ir de 0 a 1 como dicen los teóricos, de no ser valorado a la máxima valoración. Porque en este momento debemos considerar la amenaza de los valores negativos del -1 al 0, y es muy sano ampliar la instrumentalidad del -1 al 1. Es decir, que a lo mejor mis esfuerzos no sólo no son valorados sino que pueden conseguir efectos negativos. Quién nos puede asegurar que el esfuerzo que vamos a hacer pueda ser valorado, ya nos vale que en algunas ocasiones que no nos genere una desvalorización. Yo siempre me acuerdo de la frase de Benjamín Franklin: “El que compra lo superfluo pronto tendrá que vender lo necesario”. El que se motiva solo por los éxitos en épocas de escasez se venderá en su esencia. Eso sí, no podemos caminar en una senda sin éxitos aunque sean más escasos y menos exigentes.

En fin, que el optimismo racional nos lleva a atemperar las expectativas para no caer en la desmotivación, y nos plantea una nueva consideración de la motivación. Si queremos un 2014 adecuado simplemente debemos contextualizar unos nuevos parámetros para estar motivados. Que como hemos visto se pueden resumir en aceptar un mayor nivel de error como natural, el poner un valor relativo a nuestras ganancias, el ampliar nuestras fuentes de motivación más allá del logro, pensar que el no obtener una recompensa no implica ser menos importante y, por último, pensar que los esfuerzos no pueden valorarse sólo por sus resultados. En consecuencia, mas ser al hacer que hacer para ser.

Dicho esto soy muy optimista en el 2014 porque salgo a guerrear este año con la fuerza de vivir una gran oportunidad de aprender. Pero poniéndonos de antemano una cura de sentido común a nuestras expectativas. Estoy seguro que voy a tener más errores (más rapidez en aprender), que voy a ganar de forma diferente (no sólo dinero) que voy a motivarme no sólo por los resultados, que mi importancia no se va a cifrar solo por conseguir resultados y que el trabajo no sólo se pude apreciar por el dinero.

Como se decía en mi pueblo: “Jodidos pero contentos”, cuando me explicaban lo que significaban las inclemencias del tiempo en el resultado del trabajo del campo. Un agricultor se esfuerza al máximo y luego los imponderables climáticos determinan sus resultados, pero como decía mi amigo palentino: “Al mal tiempo, buena cara”. Con las expectativas justas y necesarias, que buen año nos espera. Huyamos de tener la ansiedad de querer compensar en un año los cinco años anteriores de crisis y seamos realistas al pedir al año lo que nos puede ofrecer. Y de entrada nos ofrece 365 maravillosos días para ser un buen profesional, tener mañanas para intentar hacer nuevas cosas es el principio de una optimismo racional o podemos decir de un racionalismo optimista ¿Qué es lo primero? Pues ninguno de los dos ya que el ser humano es único y no es solamente emoción ó solamente raciocinio. Y con Ortega acabamos pues es una de las frases más motivacionales en la actualidad: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Qué bonito 2014 y sus circunstancias.

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