24 de noviembre de 2024
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El trabajo en el siglo XXI. Segunda Parte: El Campo de Batalla

RRHH Digital Decir que el mundo cambia y que el cambio es la norma, seguramente se tacharía de obviedad; añadir que ante un mundo cambiante, es necesario adaptarse de redundancia.  Si esto es así, ¿por qué no nos adaptamos? Seguimos tratando de escribir descripciones de puesto detalladas en las empresas como si éstos fuesen inmutables, el sistema educativo no ha cambiado fundamentalmente desde el siglo XIX, las facultades de derecho siguen atiborradas de estudiantes y en un país con más de 25% de desempleo, las empresas tienen dificultades para encontrar talento preparado…, y seguimos sin hablar inglés.

 Para poder adaptarse al cambio, es necesario ser consciente de hacia dónde se dirige el mundo y este es el propósito de esta segunda parte de esta serie de artículos; analizaremos las principales tendencias de cambio que tienen un impacto directo en el mundo laboral.  A este propósito, dedicaré esta segunda parte de la serie, a entender mejor el entorno al que debemos adaptarnos para sobrevivir.

 Hay varios autores y fuentes que analizan y predicen qué está ocurriendo con nuestro entorno, entre ellos está Lynda Gratton (@lyndagratton)  que en su libro The Shift  (Prepárate: el futuro del trabajo ya está aquí) menciona las siguientes fuerzas: tecnología, globalización, demografía y longevidad, sociedad y recursos naturales:

•    Tecnología: la tecnología en la historia siempre ha definido el entorno laboral y lo seguirá haciendo.  El entorno tecnológico en el que nos encontramos y encontraremos en las próximas décadas está marcado por internet, los dispositivos móviles y las redes sociales.  5 billones de personas están interconectadas por internet, la tecnología seguirá reemplazando a los trabajadores en aquellas áreas en las que las máquinas, cada vez más avanzadas, son mejores que las personas, podemos vendernos nosotros y nuestros productos en cualquier lugar del mundo pero también alguien en cualquier punto del mundo podrá vender en mi mercado.  Las posibilidades de acceso a la información son mayores que nunca, pero también lo es la competencia.  En las próximas décadas no habrá lugar en el mercado para aquellos que no dominen las tecnologías de la información.
•    Globalización: el centro del mundo hasta el siglo XX era occidente, EEUU y Europa y el océano más relevante era el Atlántico.  La mayor parte de la población mundial apenas contaba en la economía global.  Ahora estamos asistiendo a un desplazamiento del centro geográfico mundial, el océano de referencia es ya el Pacífico, Asia, Sudamérica y partes de África se suman a la partida de la economía mundial y con ellos, más de 3.000 millones de habitantes que se suman a los escasos 1.000 millones que contaban hasta ahora.  Los mercados y las posibilidades de colocarnos y colocar nuestros productos se expanden pero también la competencia de miles de millones de universitarios se suman a la partida, a la competición.  No sé quién se ha llevado mi queso, pero sé a donde se ha ido, a Oriente.  En este siglo no habrá espacio para los que no tengan una mente global, internacional.
•    Demografía y longevidad:  en el mundo que vivimos se están dando movimientos con amplias consecuencias para el mundo laboral.  En primer lugar, cada vez vivimos más y cada vez hay más gente mayor, sobre todo en los países «desarrollados» de Europa y Norteamérica.  Esta fuerza tiene consecuencias importantes en varios pilares sociales que hoy damos como ciertos, como el estado de bienestar, los sistemas de previsión social, la salud pública o la edad de la fuerza de trabajo.  Otro movimiento en el que estamos inmersos es la «urbanización» de  la sociedad, el abandono de los pueblos y el nacimiento de nuevas y mayores ciudades; estoy seguro de que hoy, muchos ni siquiera seríamos capaces de nombrar las 10 mayores ciudades del mundo (te reto a que lo pruebes y lo compruebes).  Finalmente, adivinemos la probable dirección de las migraciones internacionales.
•    La naturaleza y los recursos naturales: ¿Qué consecuencias está trayendo y traerá el agotamiento de los combustibles fósiles que han tardado millones de años en formarse y que terminaremos de explotar en un par de cientos?  ¿Qué consecuencias y cómo afectará al mercado laboral una energía cada vez más escasa, más cara junto con una mayor demanda energética de los países emergentes?  Finalmente, ¿cómo cambiará el mundo con las cada vez más frecuentes catástrofes naturales consecuencia del calentamiento global y las emisiones de CO2?  En principio, seguro que el transporte de bienes y personas será cada vez más caro y una economía basada en la sostenibilidad empezará a emerger, una economía y una cultura que podría incluso mover los actuales paradigmas sobre crecimiento económico y bienestar.  En este nuevo mundo no habrá espacio para los individuos y organizaciones que no sean eficientes.     
El informe «Predictions for 2013» elaborado por Deloitte Consulting, por ejemplo, viene a confirmar los análisis realizados por Lyda Gratton y su Future of Work Research Consortium.  En este informe habla de 6 fuerzas: el cambio cada vez más rápido, el giro hacia los mercados emergentes, el mercado de trabajo global, la especialización y la competición por el talento.  De las fuentes, consultadas, quizá con diferentes pesos y énfasis, casi todas coinciden con las tendencias mencionadas.  Cambios cada vez más rápidos en un entorno cada vez más complejo, tecnológico, competitivo interconectado y urbano, con la necesidad de una mayor eficiencia energética, con el estado de bienestar tambaleándose por la mayor longevidad de la población y una mayor igualdad geográfica pero con mayores desigualdades dentro de una geografía determinada. Un mundo donde se podrá dar la paradoja de que haya países que por primera vez pasen de ser primer mundo, a ser emergentes (Grecia ha sido el primero) o que convivan un elevado desempleo con organizaciones que no encuentran el talento que necesitan. 
Yo voy a añadir otra tendencia, que no por ser obvia y observable, no sea igualmente importante.  La estabilidad laboral, el concepto de «indefinibilidad» ha muerto, ya me parece obsoleto hablar de contratos indefinidos o de empleo estable (así como los que siguen pregonándolo y exigiéndolo).  Incluso el mero concepto de relación laboral está en peligro, hay estudios que indican que en EEUU, 1 de cada 3 trabajadores son freelance, los que aquí con menos glamour llamamos autónomos o independientes, muchos de ellos emprendedores a la fuerza ante la situación actual u otros que prefieren ser dueños de su propio tiempo y destino, serán pronto mayoría; las organizaciones contratarán aquello que necesiten cuando lo necesiten de aquellos que mejor lo pueden hacer, estén donde estén.  Esta es mi previsión personal (que no por ello, original).  
 Finalmente, creo que es importante mencionar lo que Lynda Gratton llama la «subclase» o «underclass» para denominar a aquellos que están y estarán fuera de juego, no contarán en la partida y estarán condenados a malvivir de la ayuda pública o solidaria.  Esta subclase siempre ha existido, la diferencia de los nuevos tiempos es que ya no será tan dependiente como antes del azar, del lugar o circunstancias de cuna, sino que será cada vez más común y corriente en los países desarrollados y menos mayoritaria en los considerados en vías de desarrollo.  El mundo será geográficamente más igualitario, la riqueza geográficamente más repartida, pero localmente más desigual, y en ese reparto, a occidente nos tocará perder.
 Una cosa es segura, el cambio es cada vez más rápido, más disruptivo y aquellos capaces de adaptarse al cambio, de leer y aprender de su entorno y que además hagan algo al respecto, serán los que mejor dotados estarán para sobrevivir, la norma básica de la supervivencia de Darwin sigue inmutable. 
Las cartas están sobre la mesa, hagan juego señores (y señoras).

 

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