RRHH Digital Pista central del Roland Garros en París, 28º de temperatura. Nadal y Djokovic se juegan el pase a la final y llevan ya varias horas de partido. El serbio juega muy fuerte, gana bolas muy directas, gesticula ya su victoria. El mallorquín se ve extenuado, abatido, cometiendo errores no forzados.El público, oliendo el previsible ganador, se pone del lado del serbio, a solo dos juegos de su victoria. Cualquiera hubiera dado ese partido por perdido. Y sin embargo Rafa Nadal acabaría imponiéndose en el definitivo set de ese partido, y levantando luego su octava ensaladera que le otorga el record de victorias de ese campeonato.
Esta es una gran demostración de talento. Son las proezas de Hércules, las que reservamos habitualmente para hablar de él. Ese talento ya sabemos verlo, ¿quién no?. Pero ¿los que no ganan RolandGarrós también tienen talento?. ¿Hay otros talentos menos espectaculares?
Afortunadamente, no hay que ser Nadal para tener talento. Afortunadamente también, hay muchos talentos.
Todos tenemos talento porque el talento es un concepto relativo a cada persona. Mi talento no es lo que yo hago mejor que tú, es lo que yo de manera natural puedo hacer mejor que otras cosas. Luego podremos comparar y competir con los resultados que las personas obtienen con el rendimiento que consiguen dar a su talento. Pero mi talento es lo que otros han llamado muy acertadamente como un don natural que tengo que espera ser utilizado.
En la gran mayoría de los casos, salvo excepciones de muy alta competición, la diferencia entre lo que las personas consiguen no viene determinado por la cantidad de talento que tienen (las cartas que le han tocado) sino cómo consiguen movilizar el talento que tienen (cómo juegan con ellas). Porque el talento en sí no es más que una posibilidad o una promesa. Para convertirlo en rendimiento hace falta una movilización que requiere esfuerzo, compromiso, confianza, tiempo, aprendizaje lo que significa errores, desarrollo de habilidades. Y sobre todo, curiosamente el miedo a no conseguir algo es el mayor inhibidor para conseguirlo.
Movilizar el talento no es algo predecible ni produce resultados garantizados. El tiempo que pasamos deshojando la margarita y pensando si tenemos talento retrasa el momento de empezar a movilizarlo.
Es importante distinguir cuatro cosas: una es el talento que no tenga, la segunda cómo consigue identificarlo y desarrollarlo hasta conseguir un rendimiento determinado, la tercera cómo consigue disfrutar de ese proceso y hacer que valga la pena, y finalmente la cuarta es el resultado que uno consigue con ello.
Decía Kavafis en su poema Itaca que es más importante el viaje que te ofrece que la propia isla. En esto también, mi consejo es que no condiciones el disfrute a los resultados que consigas con tu talento, disfruta del viaje que hagas con él. Atrévete a embarcarte y disfruta del viaje.
Como Nadal en sus torneos que le han convertido de nuevo en el virtual número 1. Como nosotros con él.
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