RRHH Digital En este mes de Marzo de 2013 se han entregado los Premios Laureus World Sports 2013, considerados como “los Oscars del deporte”. La ceremonia tuvo lugar el pasado 11 de Marzo en Río de Janeiro y en su 14ª edición falló en favor de los mejores deportistas del mundo por los méritos contraídos durante 2012, tanto en el plano individual, como colectivo. Y fue precisamente el galardón al mejor equipo el que recayó en el equipo europeo que se impuso en la Ryder Cup 2012.
Dentro del perfil de un buen líder se encuentran, entre otras, habilidades para realizar un buen análisis para la toma de decisiones o gestionar adecuadamente las emociones de sus equipos. Pero… ¿conseguiría mejores resultados instando a sus colaboradores a realizar sus funciones desde lo emocional?
Todo estaba en contra. Con unas nefastas primera y segunda jornadas que lo situaron 4 puntos abajo (10 a 6, una diferencia que nunca se había podido remontar en terreno contrario) era el momento de buscar una extra-motivación con la que afrontar el último y definitivo tercer día.
Así fue como el equipo europeo de la Ryder Cup 2012, capitaneado por Txema Olazabal, encontró en el fallecido Seve Ballesteros el factor motivante que les llevó a “dar el 120%” según palabras de Olazabal. Una conjura de todo el equipo europeo para conseguir una remontada milagrosa y que invocó al espíritu ganador de Seve tocando en lo emocional (la razón indicaba que la situación sería irremontable).
La emoción limita a la razón, pero no se pueden separar. Una decisión preparada racionalmente (habiendo hecho un riguroso análisis de alternativas y sus consecuencias) se toma finalmente bajo los efectos de lo emocional. Bien infravalorando unas opciones, bien sobreponderando otras, la emoción es en última instancia la que decanta la decisión y sus consecuencias. Además, éxitos pasados retroalimentan la confianza en lo emocional para esta toma de decisiones (aprendizaje).
Sólo me queda la duda sobre Martin Kaymer, el cuestionado golfista autor del putt definitivo que otorgó la victoria al equipo europeo. ¿Aplicaría la emoción en su golpe final o la racionalidad innata que se le supone como buen alemán?
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