22 de noviembre de 2024
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El ADN no lo explica todo

El ADN no lo explica todo

RRHH Digital Diversidad epistemológica frente al reduccionismo.

En las conversaciones cotidianas hay una cierta tendencia a usar mal ciertos términos para dar explicaciones de comportamientos sociales o individuales, basadas en fenómenos fisio o biológicos, pues parece que esas explicaciones o afirmaciones son mas verdaderas,  mas ciertas, y sobre todo ‘científicas’, entendiendo por científico el modelo de las ciencias naturales. 

Cuando explicamos un cambio de comportamiento, por ejemplo en el estilo de liderazgo, por su impacto en las conexiones neuronales o una emoción por su manera de afectar a las hormonas, la gente espera que dicho cambio sea duradero, fuerte, y resistente. Más aun, si se explica ese cambio porque está inscrito en el ADN del líder, suponemos que dejará una impronta para toda la vida e incluso se transmitirá  a su descendencia.

¿Tiene sentido que todos los fenómenos sean de cualquier índole puedan explicarse en niveles fisiológicos primarios, siguiendo los postulados de la física o de la biología?  ¿Esa explicación nos permite entender mejor el fenómeno del que estamos hablando?¿o acaso esa explicación tiene mas fuerza y credibilidad a la hora de establecer un cambio de comportamiento? En este caso, las ciencias sociales serían meras auxiliares de la biología.

Si decimos que los asistentes a un partido de fútbol segregan adrenalina cuando un jugador mete un gol en campo contrario, ¿podremos hacer que otros jugadores metan goles si aumentamos el nivel de adrenalina de los aficionados que asisten a un partido de fútbol? Si dos naciones en guerra firman la paz, ¿podemos decir que la paz es resultado de las hormonas que relajan la agresividad? ¿será mas duradera la paz si los habitantes del país o sus gobernantes toman esas hormonas? 

Por el contrario, podemos encontrar explicaciones plausibles y mas operativas si empleamos conceptos derivados de las ciencias sociales, es decir que los espectadores e hinchas pueden animar a los jugadores en un partido de fútbol, pero los goles se meten en función de tácticas y estrategias deportivas, del trabajo, la cohesión y la moral del equipo y del acierto de los jugadores en el campo. O los resultados en la mesa de negociaciones para la paz entre dos países, pongamos por caso, Palestina e Israel, dependen en mayor medida de la historia y la cultura de ambos países, del origen del estado de Israel, de lo sucedido en anteriores conversaciones de paz, de las posiciones de otros actores significativos como Estados Unidos, Europa o Irán, y otro puñado de factores sociopolíticos, económicos y sociopsicológicos, como la actitud y el buen saber y la pericia que llevan los negociadores a la mesa, de las simpatías o antipatías que generan unos hacia otros, o de las posiciones flexibles o rígidas que muestran.

La realidad es mucho más rica y compleja de lo que los reduccionistas y algunos analistas nos quieren hacer creer. 

Vamos a ver que existen diferentes maneras de entender y conocer las cosas que pasan en nuestro mundo, diferentes epistemologías. En primer lugar hablaremos de la epistemología científica, que procede de la investigación con medidas precisas, habitual en las ciencias naturales, donde se intentan establecer las conexiones causa-efecto, normalmente mediante experimentos. Es lo que se conoce como enfoque nomotético que establece las leyes fundamentales causa-efecto, subyacentes a la conducta social humana. Por ejemplo, podemos hacer una escala de goleadores de futbol y determinar, en cada temporada quién ha sido el máximo goleador en función del número de goles marcados.  O podemos establecer un gradiente de riqueza de los países en función del PIB por habitante, obtenido mediante la aplicación de unos criterios uniformes.

La epistemología interpretativa

En otros enfoques, como por ejemplo, la psicodinámica o el constructivismo social, la epistemología es distinta. Aquí no hay medidas, no se intenta ejecutar experimentos cuidadosamente planeados; sino versiones cualitativas e interpretaciones. Por ejemplo, decimos que un jugador tiene visión de la jugada cuando produce pases u ocupa posiciones que pueden permitirle conseguir goles para su equipo; sin embargo, quizá no haya unanimidad porque los criterios definidos son susceptibles de distintas interpretaciones, ya que la consecución del gol no depende solo de la visión de un jugador, sino de la interacción con el resto de sus compañeros del propio equipo y de lo que hacen los jugadores del equipo contrario. O podemos clasificar los países por la satisfacción en el trabajo de sus habitantes, algo que se presta también a distintas interpretaciones, bien por la escala que se ha usado para medirlo bien por los conceptos de trabajo y satisfacción que tienen un suizo, una irlandesa, un camerunés o una pakistaní.

La epistemología humanista

Otra tercera clase de epistemología es la que aporta la perspectiva humanista que busca lo cualitativo y se cuestiona el determinismo de la ciencia natural. Para este enfoque la gente no es solo producto de influencias fuera de su control sino que las personas asumen cierta responsabilidad para ser aquello que eligen ser. Por ejemplo, el jugador que aspira desde chaval a jugar en la “champions league” y se traza una trayectoria  que va ejecutando progresivamente, o la enfermera que estudió la carrera  movida por unos valores para desarrollar una labor humanitaria y solidaria y trabaja después en programas de cooperación de alguna ONG.
 Resulta difícil pensar solo en la explicación hormonal o del ADN y su utilidad para entender los valores, la eficiencia, la ética, la solidaridad, etcétera. 

La pregunta que podemos hacernos es ¿por qué en las ciencias sociales conviven distintos tipos de epistemología?

Tres modos de la acción humana

Una razón de la diversidad epistemológica reside en las raíces intelectuales de las perspectivas. Pero el punto crítico es que la epistemología se complica por la naturaleza compleja del objeto de estudio.
Los seres humanos somos producto de un periodo muy largo de evolución cultural y biológica, dando como resultado tres modos diferentes de acción humana. Cada modo ha sido posible y se ha desarrollado a partir del modo precedente. Los modos segundo y tercero son, pues, procesos emergentes.

  • La biología como fuente primaria

En el principio fue la biología la fuente primaria de conducta; la acción de las hormonas, los procesos bioquímicos y psicofisiológicos, el ADN, que están influenciados por la herencia genética, donde los cambios importantes solo se producen mediante la evolución.
Quizá algunas conductas sociales, como los patrones de agresión y dominancia o aspectos de cómo nos relacionamos sexualmente pueden estar influidas por esos procesos.

  • La comunicación y el aprendizaje

Pero el ‘homo sapiens’ ha tenido un rápido crecimiento del tamaño cerebral que ha permitido la emergencia del lenguaje y un enorme incremento en la capacidad para la simbolización compleja. Las personas  actúan  sobre la base de los significados que atribuyen a sus acciones y las situaciones en las que se encuentran. Eso no es solo biológico sino además simbólico.
La fuente principal de la acción es la comunicación y el aprendizaje. El cambio se efectúa desde una persona, grupo o generación a otra – se trata de un proceso de evolución cultural. Por ejemplo, jugar en campo contrario es más difícil por el papel que puede tener el público, y un equipo que juega en el propio campo sale al terreno de juego con la moral alta, esperando que su público le animará todo el tiempo. Será más difícil que dos países que se han estado odiando y matando durante años, firmen la paz y mantengan una convivencia pacífica, si no cambian la manera de mirar a sus vecinos, de entender la historia de las relaciones entre los dos países, y si los actores influyentes no permiten que los negociadores y los dirigentes de estos países salven la cara al haber cambiado sus planteamientos y postulados mantenidos durante largos años ante los ciudadanos.

  • La elección reflexiva

 

A partir del modo simbólico emerge un tercero, cuya base es particular para cada individuo; se trata de los significados asimilados en las experiencias particulares de la infancia de una persona. Para cada jugador de fútbol hay significados particulares asignados  al tipo de botas que  usa, el equipo al que se enfrenta, el campo donde juega, el balón empleado, los colores de la camiseta que viste, si son los que soñaba desde niño, cuando su padre o su abuelo le llevaban al campo.

Por lo tanto, podemos observar y supervisar nuestras propias acciones, vernos como vemos a otras personas, prever alternativas; es decir, hablamos de la auto-conciencia y la elección reflexiva.
Las complejas culturas modernas ofrecen mucha información sobre las creencias y las maneras de ser diferentes de las nuestras, lo que puede facilitar nuestra elección reflexiva; es lo que Luckmann llama ‘los múltiples mundos del hombre moderno’.

El grado en el que la cultura moderna subraya y valora el individualismo puede ser además un factor. La gente es responsable y se la puede pedir cuentas por sus acciones y omisiones. A nivel personal, ciertos tipos de educación, un proceso de coaching, o los grupos de experiencia, pueden ayudarnos en el cambio al tercer modo.

En definitiva distinguimos tres modos de acción humana y tres clases de epistemología.

En el caso de las explicaciones biológicas la acción  puede relacionarse con procesos bioquímicos y psicofisiológicos, potencialmente observables y medibles. Los métodos de la ciencia natural son muy apropiados en este caso.

En el nivel simbólico, la base para la acción está en los significados que no pueden medirse ni observarse. Solo pueden inferirse, construirse e interpretarse. Este es el enfoque de la interpretación o hermenéutico que busca interpretar el significado de las acciones del individuo y relacionarlas con las influencias subyacentes que les dan forma. Carece de la precisión del enfoque de las ciencias naturales. Las interpretaciones no pueden validarse como en el caso de una serie de experimentos.

En el nivel reflexivo, las acciones no están determinadas sino que son creadas por una persona autónoma mediante su capacidad para reflexionar sobre si misma y sobre los acontecimientos.

Así, tiene sentido aplicar distintos niveles de explicaciones a los diferentes modos de la acción humana y sería un reduccionismo ineficiente explicar los comportamientos sociales más complejos acudiendo a la biología.

En psicología el primer conductismo de Pavlov y Skinner parecía ofrecer explicaciones y técnicas de cambio de la conducta humana, basados exclusivamente sobre el condicionamiento clásico o el operante, algo que enseguida se vio como insuficiente y limitador.

En cierta manera, podríamos decir que en la actualidad algunos postulados de la PNL, tratan de explicar y provocar cambios en la acción humana a través de condicionamientos de un tipo parecido a los antes mencionados, en función de que la persona sea visual, auditiva o kinestésica.

Así, la psicología, al nivel  biológico, puede tomarse como una ciencia ‘natural’, en el nivel simbólico, como una ciencia ‘interpersonal’, y en el nivel reflexivo, como una ciencia ‘moral’, pues estudia lo que podría y debería ser la persona y no solo lo que es.

Mientras el enfoque nomotético trata de explicar, el hermenéutico o simbólico trata de interpretar y el transformador  facilita la posibilidad de una acción guiada por objetivos, mediante una reflexión  lúcida.

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