RRHH Digital Cuando hace 25 años me introduje en el mundo de la dirección de empresas oía cosas que me causaban perplejidad. Una de ellas era que cuando sube el paro sube la bolsa. Yo no lo entendía. Si subía el paro es que la economía iba mal y si la economía iba mal la bolsa tendría que bajar. Hete aquí que no es así. Me explicaron que cuando subía el paro bajaban los costes de las empresas y por tanto estas aumentaban los beneficios. Estos mayores beneficios se traducían inmediatamente en una subida de la bolsa. Yo no me lo podía creer. Pero efectivamente era así. Era así y sigue siéndolo pues últimamente Citi anunció un recorte de 11.000 empleados e inmediatamente las acciones de la compañía subieron un 6%. En estos años he estudiado más el asunto y efectivamente es una aberración más del cortoplacismo con que se dirigen algunas empresas. Un estudio sobre los efectos de los despidos en la rentabilidad de las empresas comparó el comportamiento en la bolsa de las empresas que habían anunciado despidos con el de las que no habían despedido a nadie. Las que había anunciado despidos se revalorizaron inmediatamente, pero en promedio, al cabo de 6 meses su rentabilidad ya volvía a ser la misma que las que no habían despedido a nadie, y 2 años más tarde eran ya un 24% menos rentables que el promedio de las que no despedían.
Todo esto es muy razonable. Con qué ilusión van a ir a trabajar al día siguiente los que no han sido despedidos. Estos han observado el poco compromiso que la empresa tiene con ellos, y están pensando que quizá los siguientes en despedir sean ellos. También estarán buscando cambiar a otra empresa que los valore más. Es el llamado síndrome del que permanece. Lo raro es que los directivos de las empresas no se den cuenta de una cosa tan obvia. Todo esto es debido a que se coloca a los beneficios como centro de la actividad empresarial cuando ese centro lo debe ocupar la persona. Precisamente, a mi juicio, esta es la principal característica que diferencia el IESE de otras escuelas de negocios: la visión humanista de la actividad empresarial. Con este argumento no quiero decir que una empresa no pueda despedir nunca a nadie. A los malos profesionales que no cumplen hay que despedirlos. También a veces es necesario un ajuste de plantilla para evitar la quiebra y desaparición de la empresa. Pero este debe ser el último recurso. Antes hay que haber intentado cualquier otra posible solución.
Una empresa para que pueda sobrevivir tiene que ser eficaz. Tiene que generar beneficios. Sino tarde o temprano desaparecerá. También tiene que desarrollar su competencia distintiva, es decir debe ser excelente en las cosas que hace. Pero estas dos características son insuficientes sin el compromiso de los empleados con la empresa. La unidad de una organización es precisamente el grado de identificación de sus miembros con los objetivos de la organización. Identificación que se produce no por lo que en esa empresa cobran ni por lo que en esa empresa pueden aprender, sino por la utilidad del trabajo que uno realiza allí. Pues bastaría encontrar una empresa donde uno cobrara más o pudiera aprender más para que desapareciera esa identificación. La identificación se produce porque el trabajo que uno realiza allí es útil y es valorado, y por tanto merece la pena hacerlo.
La unidad se genera cuando uno percibe que lo que él hace es importante. Si mi trabajo importa poco a mi jefe pondré en él poco entusiasmo. Todo trabajo es valioso, no importa cuan humilde sea y cuánto reconocimiento social tenga. Si un trabajo no fuera valioso habría que suprimirlo y sustituir esa actividad por otra útil. Cómo se valoran a las personas en una organización es lo que determina el que pueda haber unidad en esa organización.
Todo directivo debe reconocer que su gente tiene unos objetivos personales. Si consigue que los objetivos de la empresa estén entre esos objetivos personales, esa empresa tiene mucho ganado. Este directivo sólo puede posibilitarlo, porque la gente se identifica con lo que le da la gana. Pero si sabe poner unos objetivos que merezcan la pena, que entusiasmen, que satisfagan una necesidad real, entonces lo estará poniendo muy fácil para que su gente se identifique con la empresa. Si lo que en una empresa se valora son los beneficios por encima de todo, la gente se identificará con la empresa en la medida que su bolsillo participe de esos beneficios. Pero eso no es unidad. Conclusión: valore el trabajo de su gente. Verá los extraordinarios resultados. Este suele ser el remedio de muchos males de las empresas.
Los comentarios están cerrados.