Derribar paradigmas obsoletos y atraer el talento

RRHH Digital Un grupo de científicos metió a 5 monos en una jaula, en el centro pusieron una escalera y encima de ella unos apetitosos plátanos. Cuando un mono subía la escalera para coger los plátanos los científicos tiraban agua a los que estaban en el suelo. Después de un tiempo, cuando alguno de ellos quería subir la escalera los demás le golpeaban para evitarlo, por lo que llegó un momento en que ningún mono quería subir la escalera. Entonces los científicos cambiaron a uno de los monos y, claro, lo primero que hizo éste al entrar en la jaula fue intentar subir por la escalera para alcanzar los jugosos plátanos, pero los demás monos lo sujetaron y golpearon para evitarlo. Después de intentarlo varias veces el nuevo mono ya no intentó hacerlo más. Los científicos fueron reemplazando de esta manera cada uno de los monos de la jaula y cada vez se reproducía la misma escena: el mono intentaba subir por la escalera y los demás le golpeaban para evitarlo. Llegó un momento en que ya no quedaba ninguno de los monos iniciales del experimento pero aún así, cada vez que un mono nuevo intentaba ir a por los plátanos los demás se lo impedían.

Si les pudiéramos preguntar por qué no le dejaban hacerlo posiblemente los monos responderían “Porque siempre lo hemos hecho así”. Este es el llamado paradigma de los monos y se ha demostrado que esta es la misma forma en que los grupos humanos transfieren su cultura.

Si nos fijamos en las empresas actuales, como grupo humano que es, el comportamiento cultural sigue las mismas pautas: se establece una forma de trabajo u organización para solucionar un tema concreto en un contexto determinado pero pasado el tiempo ya nadie se acuerda del motivo original y sin embargo, aunque las condiciones iniciales hayan cambiado notablemente, se siguen reproduciendo los mismos modelos de conducta sin que nadie se replantee su validez.

Nadie duda que la sociedad actual no tiene nada que ver con los parámetros sociales de principios del siglo XX, y sin embargo seguimos actuando bajo los viejos paradigmas Taylorianos establecidos en 1920, con sus departamentos y su estructura jerárquica militarizada, con el mando y ordeno, con los modelos de gestión obsoletos. Las empresas actuales se enfrentan a retos diferentes a los del siglo pasado y los trabajadores de estas empresas tienen unos niveles de formación y unas demandas que en nada se parecen a las de hace un siglo, o un decenio.

Si queremos empresas altamente eficaces y eficientes tenemos que replantearnos el propio modelo empresarial actual. Necesitamos ser capaces de desarrollar, atraer y retener el talento, y para esto necesitamos tener empresas donde prime el trabajo en equipo y la colaboración, empresas lideradas en vez de gestionadas, empresas donde todo el mundo trabaje en pos de una visión a largo plazo y no de un plan y unos presupuesto cortoplacistas.

Las escuelas de negocio nos enseñan a gestionar con los modelos de moda de cada momento, pero liderar es otra cosa, para empezar porque es más difícil de enseñar y, sobre todo, más difícil de llevar a cabo en la práctica. Es mucho más fácil definir un plan de trabajo y obligar a su cumplimiento que motivar a los colaboradores hacia un objetivo común; es más fácil establecer métodos coercitivos y dirigir con el miedo al despido que establecer un modelo colaborativo y horizontal donde todos los participantes puedan aportar valor a la organización y se pueden desarrollar personal y profesionalmente.

Si queremos sobrevivir tenemos que reinventarnos, tenemos que dejar los viejos paradigmas y no tener miedo al cambio, la inacción y la auto-complacencia nos abocan al fracaso, y no importa si somos grandes o pequeños, el hecho de que hasta ahora nos haya ido razonablemente bien no garantiza que nos irá bien en el futuro.

Pero para esto es necesario deshacernos del peso de las viejas estructuras existentes en la empresa y crearlas de nuevo; es necesario mucho más liderazgo, eliminar los reinos de taifas, dejar de pensar en las medallas individuales, dejar el cortoplacismo. Las empresas son la suma de todos sus miembros y necesitamos la colaboración de todos para salir adelante, para ser competitivos, para innovar.