RRHH Digital “Si me presentas diez candidatos a los que podamos fichar, te regalamos un Ferrari 355TB” era la oferta de una empresa de software en San Francisco en el año 2000 cuando la rotación no deseada era el gran caballo de batalla. El compromiso se había debilitado de tal modo que las personas rotaban por mejor sueldo con una facilidad sin precedentes.
Los investigadores estudiaron las causas de dicha falta de compromiso y encontraron una conexión sociológica con los despidos masivos que llegó a afectar a treinta y nueve millones de personas en Estados Unidos desde 1980 a 1995. A principios de siglo XXI había cambiado el ciclo económico pero no la memoria emocional. Pues bien, dentro de un tiempo algo similar puede ocurrirnos también a nosotros.
Nadie discute la necesidad de la reducción de plantillas en momentos como los actuales. Sin embargo, las formas con las que se están llevando a cabo van a condicionar la memoria emocional de los afectados y de las organizaciones. No se puede hablar de talento y, al mismo tiempo, despedir por email, como si fuera un robot quien mandara un mensaje automático, ni introducir un clima de miedo sin necesidad, ni sin explicar adecuadamente los motivos.
Se ha de despedir tratando a la persona como adulto, pasándolo mal si es necesario, pero no huyendo de un momento de la verdad, como diría Jan Carlzon en su archiconocido libro. Las compañías y los directivos se juegan su prestigio a través de dichos momentos de la verdad, y no hacerlo adecuadamente afecta tanto a los que se van como a los que se quedan y conforman la memoria emocional de la empresa. El ciclo económico cambiará algún día y aunque sea solo por este motivo, seamos inteligentes.
2 comentarios en «El momento de la verdad»
Entiendo que como adultos deben comportarse también los que despiden. El Director General de la empresa que me despidió por un ERE de reducción de plantilla, se sorprendió de que no fuese mal educado ni me alterase, cuando me comunicó y me entregó la carta de despido.
Si bien existe una máxima que dice «contrata despacio y despide de prisa», esto no significa que el complicado proceso de desvinculación de cualquier empleado, independientemente de su rol y jerarquía, no deba ser asumido con profesionalidad. No solo se trata de conservar la imagen y la reputación de la empresa en su sector de negocio y su comunidad de influencia. Se trata también de proyectar internamente una «sensibilidad real» a los empleados con respecto a uno de los procesos mas complejos y difíciles.
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