RRHH Digital Dos cosas han marcado el devenir de la Formación en la empresa: La pedagogía activa y las subvenciones. Ambas pudieron ser positivas, pero como el caballo de Troya, llevaban una perversión en su interior.
La pedagogía activa llevada al extremo ha dado más valor al espectáculo que a la formación. La única evaluación de muchos cursos es el grado de satisfacción del alumno (que por cierto no es el cliente), primando el entretenimiento sobre el aprendizaje.
Las subvenciones lograron que emergiera una casta de intermediarios, que desde instituciones monopolizan los contratos. El intermediario es quien habla con el cliente y teóricamente hace una cosa tan “extraña” en formación como es diseñar un curso y coordinarlo. En la practica el curso lo diseñó, en su día, el profesor (mal iríamos si tuviese que diseñar uno nuevo cada vez que se da) y la coordinación se reduce a ir llamando sucesivamente al cliente y al profesor para quedar en el horario. Luego pedir “el material” y en un alarde de piratería, poner el logo de la institución a un texto que no es suyo.
Todos sabemos que la mayor parte de las actividades formativas se realizan de ésta forma. No nos engañemos. Pero estamos en tiempos difíciles y dentro de una tendencia a decir las cosas claras.
Los cursos se copian unos de otros. Los ejercicios se emplean en cualquier actividad educativa, y con mucha frecuencia, cursos disparesse asemejan. Y por otro lado, pocos asistentes tienen la sensación de haber aprendido algo consistente o útil para su trabajo.
Mis propuestas son paradigmáticas, es decir, no caben en las expectativas actuales y lo sé, pero provienen de una reflexión profundasobre la formación y de su efectividad. Seguramente deberemos buscar fórmulas diferentes para los años venideros, y razonablemente deberán solventar cuestiones fundamentales:
Dedicar el tiempo a enseñar y a aprender, en vez de pasarlo bien y divertirse. Sé obtener buenas puntuaciones, pero estoy cansado de montar espectáculos para que gusten en vez de cursos para que aprendan.
Yo debo puntuar a los alumnos y no ellos a mí. Y mi valoración sobre las capacidades y el aprendizaje deben tener alguna consecuencia organizativa si no queremos que la Formación continúe siendo un entretenimiento.
Debo montar mis cursos sobre problemas reales y no sobre las listas curriculares que preparan los intermediarios. No existen las “Habilidades de Liderazgo” sino mandos que no saben que hacer ante situaciones concretas con sus subordinados.
Hay cosas que los alumnos deben aprender sin que el profesor intervenga. Se necesitan codos, esfuerzo, trabajo adicional, estudio… Lo de las lenguas de fuego que inculcan conocimiento sin esfuerzo es un mito.
Hay cosas que no hay que aprender hoy en día, sino tener al alcance. Para que tiene que memorizar las calles un taxista si tiene un GPS? El Smartphone es un gran complemento para guardar conocimiento.
Por último Microhabilidades en vez de Habilidades. No me centro tanto en el proceso de negociar, sino en cómo se discute. No trabajo tanto las presentaciones sino que ayudo a construir repertorio. Y aunque no voy a profundizar ahora en ello, la mayoría de las deficiencias reales suelen estar centradas en lo que llamo Microhabilidades. Puedes saber perfectamente los pasos de una negociación y sin embargo seguir enseñando con un gesto furtivo tu nivel mínimo de compra.
Estos seis puntos necesitan una valentía organizativa, ciertamente, para ser asimilados por la Organización. Pero cuando alguien hace un plan, se debe cumplir. Cuando alguien desobedece, deben pasar cosas, y cuando alguien va a un curso debe aprender. Empecemos a tenerlo claro si queremos aumentar la productividad, ser competitivos realmente y generar más valor añadido. Eso de vender “suelo” y “sol” se ha acabado.
6 comentarios en «Microhabilidades y App’s: La formación de los próximos años»
Totalmente de acuerdo con el artículo.
Reconforta ver que no estamos solos en esa forma de ver las cosas: pragmatismo, diversión y resultados.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo. Hay que remodelar de forma eficiente la inversión en formación, y sobre todo aquella que proviene del bien público. Las estructuras antiguas y el pan para todos ya no sirven.Se requieren de nuevos modelos adaptados, no tan jerarquizados y piramidales , modelados a cada necesidad y con sentido práctico.
Hay que recuperar la valoración del formador como núcleo del gasto formativo por el referente actitudinal que aporta a las organizaciones. Suele pasar que la mayor parte del gasto formativo queda diluido en estructuras que podrian optimizarse.
Saludos,
Esteban
Muy buen artIculo, comparto lo dicho. Felicidades
Ferrán, muy interesante.
Ánimo, no cambies, el tiempo te dará la razón.
Saludos.
Totalmente de acuerdo, hace años que defiendo estas ideas y me alegra leerla en otros. Se confunde aprendizaje con diversión y la formación se ha pervertido mucho. Parece que el mejor formador es que el que divierte más y se dejan de lado planteamientos de cómo conseguir un aprendizaje transferible al puesto de trabajo. Gracias.
Ricard
PARA QUE una empresa funcione bien
tenga éxito adecuado primero tiene que trabajarla el dueño
dejarla en marcha tener ya sus clientes
una ves bien organizada buscar gente para que la administre como el
ya que el dueño es el principal líder del lugar no hay nadie mejor que el para enseña a sus empleados
guiarlo como se hace el negocio
pero como toda empresa o negocio
siempre es muy importante pedir cv
asi saber que habilidades tiene
hoy por hoy todo esta modernizado
dentro de poco ya los bebes vendrán al mundo con una computadora debajo del brazo en ves de un pan debajo el brazo
según dicen las mujeres de antes
para que todo funcione bien hay que ser
sumamente positivo motivador entender relaciones sociales
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