RRHH Digital. Frases como “mi reto es conseguir comunicarme mejor”, “con él es imposible, no escucha”, “que bien habla, me gustaría ser capaz de comunicar como él”……. Son retos habituales que nos plantemos, porque “no hay nada mejor que sentirse escuchado”.
Pero “¿Cómo escuchamos?”, “si tuviéramos que valorar del 1 al 10 como es nuestra capacidad de escucha, ¿qué responderíamos?”.
Epicteto (filosofo griego, que vivió como esclavo en Roma) decía que “los dioses nos dieron dos orejas y dos ojos frente a una sola boca, con el fin de escuchar y ver el doble de lo que hablamos”.
Se dice que el sordo es aquella persona incapaz o que tiene problemas para escuchar, la mayoría de las veces nuestro reto en la comunicación está en nosotros, no debemos olvidar que quien valida el mensaje no es el emisor sino el receptor.
Si tenemos en cuenta esta máxima, podemos calificar la importancia que tiene la escucha en todos los procesos de comunicación.
Cuando comunicamos, debemos de tener en cuenta que el que algo me interese a mi no presupone que necesariamente debe interesarle también al otro.
En consecuencia, es fundamental saber intercalar lo que nos interesa a nosotros con lo que interiormente interesa al otro.
De esta manera, como podemos ser capaces de ser buenos comunicadores si no somos capaces de ser buenos “escuchadores”. Normalmente, quien no se siente escuchado tampoco sabe escuchar.
Claro que, quizás, lo primero que teníamos que reflejar es entender qué significa escuchar, y más concretamente, escuchar de forma empática.
Para hacer una escucha “empática” debemos de tener en cuenta que además de oír y de ver debemos de sentir, y por supuesto escuchar es oír sin juzgar.
Lo importante cuando ejercemos una escucha “empática” es que el emisor no siente que lo están juzgando por lo que dice o hace. Para considerar que tu nivel de escucha es empática no es necesario dar consejos, brindar soluciones u ofrecer consuelo, salvo que tu interlocutor te lo pida de manera expresa.
La escucha empática va vinculada directamente a la comunicación efectiva y, para que nos podamos posicionar en este sistema, debemos tener en cuenta que lo que valida la comunicación no es el habla sino la escucha.
La importancia de la escucha “empática” reside en oír más interpretar. Lo que valida este nivel de escucha es, a través de nuestras percepciones, llegar a una percepción, más o menos acertada de lo que el comunicador ha querido expresarnos.
Por ello, para poder escuchar de manera satisfactoria lo primero que tenemos que hacer es reconocer la legitimidad plena del emisor: lo que dice lo dice porque así lo interpreta, en consecuencia lo que percibimos lo percibimos a través de la visión del emisor, o lo que es lo mismo sus propias inquietudes, las cuales se muestran acompañadas no solo de la palabra sino de su corporalidad y de sus emociones.
En segundo lugar, nosotros interpretamos también lo que oímos, y por ello debemos verificar lo que percibimos a través de explicar, no de repetir, con nuestras propias palabras, los contenidos de los mensajes emitidos por el que habla.
En tercer lugar, debemos ser capaces de detectar las inquietudes del que habla, saber lo que dice, por qué lo dice. Escuchar no es sólo entender el significado de lo que nos dicen, va más allá, es ser capaz de determinar cuáles son las implicaciones que han llevado al emisor a expresar el mensaje dado.
Por ello, debemos ser capaces de indagar mediante nuestras propias preguntas para extraer más información, completar o pulir los mensajes que percibimos del emisor.
Si estamos de acuerdo con lo dicho hasta ahora, entonces ¿qué es lo que nos lleva muchas veces a no saber escuchar? Y como consecuencia, a no ser capaces de comunicar eficazmente.
Lo que nos lleva a esta situación son los llamados enemigos de la escucha, entre los que cabe destacar el hacer otras cosas mientras escuchamos, el no mirar a la persona que habla, el interrumpir las frases dando por supuesto lo que va a decir, o peor aún, imponiendo nuestros argumentos antes de que termine el emisor de exponer los suyos, y el más oculto, nuestras conversaciones internas, con las que convivimos continuamente y que nos llevan a pensar más en nuestros argumentos de respuesta que en contestar a lo que realmente se nos plantea.
En definitiva, nuestro “ego” es el que nos impide escuchar, y cuanto más grade es, más nos complica la comunicación, por lo tanto si queremos ser capaces de comunicarnos bien, debemos dejar de ser sordos caminantes y empezar a valorar lo que los otros nos quieren transmitir con la debida atención.
En esta sociedad, cada vez más convulsa y compleja, debemos de entender que no habrá paz para los sordos, pero debemos de pensar “¿acaso somos nosotros los sordos?”.
6 comentarios en «No habrá paz para los sordos»
Me quedo con uno de los párrafos finales (..)nuestro ego es el que nos impide escuchar (..) Una reflexion dentro del paràmetro de la utopia: Con este brutal avance tecnológico las próximas generaciones nacerán mudas? No les hará falta hablar.
Bones vacances.
Rafa.
No estoy de acuero en que quien no se siente escuchado normalmente no sabe escuchar, más bien, mi opinión es que quien mejor sabe escuchar suele no ser escuchado.
Yo me voy a escuchar, primero a mi mismo y despues las olas del mar, y cuando vuelva con las pilas cargadas, aplicare esta pildora con la que estoy totalmente de acuerdo. Y empezare primero por mi…..
Felices vacaciones.
Muy buenas las relfexiones. Aunque me encanta escuchar últimamente no paro de hablar para decir que ME VOY DE VACACIONES!!
Os deseo un feliz verano a todos y que entre otras cosas practiquéis mucha escucha activa
José Manuel encantado de saludarte.
Cuando encuentre mi ego te respondo.
Buenas Vacaciones también para ti y Saludos al resto del equipo
Muy bueno el articulo y teniamos que todos escuchar mas y ponerlo en practica y dejar terminar la conversacion al que habla y despues responder
Vamos hacerlo y asi entendermos mucho mejor todo.
Felices Vacaciones.
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