RRHH Digital. Ya hace más de 30 años Richard T De George planteaba en un famoso manual el debate sobre la amoralidad de los negocios. Durante mucho tiempo se estimó que el principio de “business is business” era inamovible y que la responsabilidad social era algo totalmente alejado de la gestión empresarial. Ahora mismo estoy pensando cuánto tiempo hace que el debate se planteó realmente en España (15 años) y probablemente menos en los que hemos empezado a proponer todos los principios sobre responsabilidad corporativa y las diferentes actuaciones y planes en esta área, empezando por un marco legislativo apropiado.
Dicho esto la cuestión que me planteo es la de si ¿es posible seguir con las políticas de Responsabilidad Corporativa en tiempos como los actuales?. La respuesta no puede ser diferente a un sí, y sin embargo será siempre un sí condicional pues como todos comprendemos, crisis significa atención a los costes, y costes tiene que ver directamente con factor humano. La crisis pone, sin duda, en cuestión los temas de responsabilidad corporativa en general como todos aquellos que afectan a las personas.
Son muchos los directivos los que, a falta de incentivos reales, (de carácter legal y/o contractual) poco van a hacer o nada van a impulsar. Y en este sentido soy uno más de los que pienso que todavía queda mucho por avanzar para que los interlocutores sociales construyan un discurso real y coherente en materia de responsabilidad relativa a las personas. En muchos casos finalmente se parte del planteamiento de que con el hecho de mantener los puestos de trabajo – que por cierto no es poco- ya se esta haciendo suficiente. Aunque sea evidente que una de las mayores aportaciones que hoy una organización puede hacer en esta materia es la de gestionar a las personas de forma responsable no debemos olvidarnos de que las empresas viven y se desarrollan en un entorno y que deben, pueden y tienen interés de influir en él.
Las organizaciones deben de asumir sus cargas de responsabilidad de la misma manera que todos los ciudadanos como consumidores. Mientras que como tales no prestemos atención a donde se fabrican las zapatillas, los bolsos, o en que condiciones se presta el servicio que recibimos, poco impacto se va a notar y poca motivación van a tener las organizaciones para mantener o incrementar sus dosis (que muchas veces no son necesariamente costes) de responsabilidad.
Aunque hemos avanzado mucho y todos conocemos ejemplos paradigmáticos de incorporación de elementos de responsabilidad en el desarrollo de un negocio, y aunque no estemos en la misma situación que hace 30 o 40 años, queda lamentablemente todavía, un largo camino por recorrer.
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