RRHH Digital. Mi experiencia vivida en diferentes organizaciones abocan hacia la siguiente reflexión: no es lo mismo, que “alguien esté implicado” o que “alguien esté comprometido”. El implicado es consciente de su simple pertenencia a una organización, pero sin poner de su parte. En cambio, el comprometido, es aquel que se deja la piel por la organización a la que pertenece, encontrándose a gusto consigo mismo.
El liderazgo es la capacitación que deben tener los jefes para que fomenten el compromiso de los que les rodean en cada área funcional. Es el compromiso entendido en sentido amplio, hay personas que se pueden comprometer personalmente con el trabajo, pero pueden no estar comprometidas con la organización, debido a vivencias subjetivas personales, o a la influencia del entorno, ya que desempeñan sus puestos de trabajo bajo un clima laboral que genera animadversión.
El gestor que se precie de ser un buen lider tiene como misión llevar al redil a todos los trabajadores a su cargo, intentando que el mayor número de ellos, aúnen sus esfuerzos para conseguir los logros que mejoren la gestión empresarial, en su visión como un todo, y no como la participación por salario del trabajo de cada uno.
Un empleado comprometido con la organización incrementa su productividad, para que sus esfuerzos se focalicen en una mejora hacia la satisfacción del cliente del servio sintiéndose identificado tanto con la organización como con su trabajo.
La existencia de un lider gestor es un factor fundamental para la generación del compromiso de los empleados, el líder es quien más puede influir en el tema de la conexión emocional con lo que representa la empresa.
Un Jefe puede desarrollar dos ambientes en el ámbito de su trabajo, uno que sea nocivo para todos los que integran la organización creando un malestar general y hastío contagioso para todos los que le rodean, o en cambio, crear poco a poco un ambiente armonioso de confianza de progreso que facilite el compromiso de muchos que empujen a todos hacia un mismo destino sin dispersión.
El líder gestor debe tiene el deber de contagiar a los que lo rodean para generar e impulsar el cambio que beneficie a todos y a la organización. El cambio conlleva tiempo y esfuerzo, y ambos, deben tender a ser tolerados con normalidad dentro de la vida diaria. Los trabajadores comprometidos con la causa, quieren ver y entender el beneficio que reporta su compromiso para la mejora general y el buen devenir del objetivo de la empresa en la que prestan sus servicios.
Ahora bien, aunque aparentemente parece difícil discernir un empleado comprometido y uno que no lo está, no lo es siempre, existen señales similares a los semáforos que te indican verde, no hay problema, naranja en peligro y rojo no pasar.
Un trabajador en verde, está contento y disfruta de lo que hace, derrocha energía, uno en naranja, tiene zonas que manifiestan que está quemado por diferentes motivos, y uno en rojo, es aquel que derrocha malestar, siente resentimiento y rencor con todo lo que le rodea, en dicho caso entiendo que es mejor prescindir de sus servicios porque el final contagiará a todos los demás.
Ahora bien, es difícil para un líder controlar este semáforo, ya que, las decisiones a veces fomentan el compromiso de los empleados, resultando motivadoras pero en otros casos, se pueden entender como faltas de motivación y de contenido. Ahí debe interactuar la capacidad del líder que necesita enviar el mensaje a los empleados de ánimo y constancia, imponiendo normas que se entiendan trasmitiendo seguridad, tranquilidad y decisión en todo lo que le concierne.
Viene a ser el espejo en el que todos los que le rodean que miran con atención. Un líder que se precie debe solicitar opiniones que involucren y comprometan a los empleados, debe asegurarse de contribuir apropiadamente a los esfuerzos de su equipo de trabajo, asumiendo desafíos, y siendo entusiasta con lo que se hace.
Anticiparse a las expectativas de otros con una interacción social conlleva una táctica de prudencia nada desdeñable, el líder debe ser cumplidor, pero asimismo, es imposible hacer bien todas las tareas, por ello, precisa en la organización de aquel personal comprometido (semáforo verde, y a veces, hasta amarillo) para que al igual que él, no se desmotiven, e impulsen con entusiasmo a todos los demás contagiando el orgullo de pertenencia e implicación.
Finalmente, la clave del futuro de la gestión empresarial es buscar Jefes que sean líderes, que sepan gestionar, y que hagan lo que predican, que tengan una visión clara para qué sirve la organización, sabiendo dirigirla y ajustarla en una sociedad cambiante y moderna. Para ello, es preciso que derrochen confianza en sí mismos, precisando de un equipo de colaboradores que al igual que él se sientan comprometidos y sean fieles con sus objetivos. Debe ser arquitecto siempre de un clima positivo para que el personal alcance su potencial, involucrando a otros en la toma de decisiones solicitando ideas y sugerencias.
Asimismo, es preciso que sepa discernir muy bien, lo bueno y malo de sus colaboradores para aprovechar las dotaciones personales de cada uno, aunándolas y confluyendo en el objetivo común, premiando y reteniendo a los buenos, y como no podía ser de otra manera, apartando con libertad a los aquellos que no cumplen los objetivos.
Este cúmulo de medicinas, tomadas con algo en el estómago, puede que sean válidas para que cada una tenga su destino y sirvan para mitigar males que actualmente confluyen en la mayoría de las organizaciones. Resultando preciso como premisa inicial elegir bien al líder que adopte la decisión de recetarlas.
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